La Junta de Seguridad de Holanda alertó de que “se han hecho muy pocos cambios relacionados con la gestión” del espacio aéreo en los países que afrontan conflictos armados, y pidió más intercambio de información para evaluar los riesgos de volar sobre áreas en guerra.
Este Consejo reconoce que, cinco años después del derribo del avión de Malaysia Airlines MH17 en el este de Ucrania en 2014, se han tomado “algunas medidas” para mejorar la comunicación entre las aerolíneas y los gobiernos para analizar los riesgos de una manera más estructurada, pero alerta de que sigue siendo insuficiente.
Este organismo independiente, con sede en La Haya, advierte de que la gestión del espacio aéreo de los países en guerra apenas ha mejorado y no todas las aerolíneas dan suficiente información de las rutas de vuelo elegidas para que esta pueda ser compartida con otras compañías.
Concluye que las aerolíneas ya no confían a priori en la “seguridad” de un espacio aéreo abierto situado sobre una zona de conflicto y que analizan los riesgos de una manera más estructurada y se toman más en serio la situación.
Algunas compañías han informado directamente a la Junta de su decisión de evitar volar sobre una ruta determinada si no hay información clara, y también de que evitarán un área de conflicto, aunque subrayan que necesitan información con más profundidad para llegar a un buen análisis.
Los países que viven un conflicto armado, mencionados en el informe de esta Junta, incluyen a Ucrania, Kenia, Mali, Somalia, Libia, Siria, Egipto (Sinaí), Sudán del Sur, Afganistán, Irak, Yemen, Arabia Saudí, Pakistán, Corea del Norte y Venezuela.
En 2015, la Junta de Seguridad Holandesa realizó una extensa investigación sobre el desastre del vuelo MH17 en el este de Ucrania, en el que murieron 298 personas, en su mayoría ciudadanos neerlandeses.
La conclusión más importante indicó que el avión había sido derribado con un misil BUK que, tras una investigación internacional, resultó haber sido lanzado presuntamente por los separatistas ucranianos apoyados por una brigada del Ejército ruso, que trasladó el lanzamisiles hasta la frontera con Ucrania desde Rusia unos días antes.