La quiebra del turoperador británico Thomas Cook, que ha afectado a 600.000 personas en todo el mundo, ha supuesto un quebradero de cabeza para la compañía india homónima pero independiente, y ha causado preocupación en la industria turística del subcontinente.
Thomas Cook India ha reiterado este jueves en las redes sociales que su negocio “no se ve afectado” por la bancarrota de su homóloga británica, un esfuerzo por desmarcarse del gigante vacacional desde que el pasado lunes entró en suspensión de pagos.
“Desde 2012” es una empresa “completamente independiente”, perteneciente al conglomerado canadiense Fairfax, señaló.
La compañía india hizo hincapié en que no tiene “ninguna relación” con la empresa quebrada, más allá de “una marca a través de un acuerdo de licencia”, en referencia a que comparten el mismo nombre comercial, lo que podría llevar a confusión a los consumidores.
Para aclarar las dudas insistió en que su oferta no se ha visto afectada por la situación, y reiteró su “compromiso” con los “clientes, socios y empleados”.
Asimismo, aseguró que Thomas Cook India “es operacional y financieramente fuerte”, en un día en el que las acciones de la empresa perdieron un 3,8 % de su valor en la Bolsa de cotización media de Bombay, tras dejarse otro 1,8 % la víspera, según los datos recogidos del mercado.
La empresa india obtuvo unos beneficios netos de 366 millones de rupias (unos 4,7 millones de euros) entre enero y junio, pese a que al cierre del primer trimestre declaró unas pérdidas netas de 89,3 millones de rupias (1,1 millones de euros), según esos datos.
Más allá de los inconvenientes generados a la compañía india por la caída de la británica Thomas Cook, en la India también preocupa la posible reducción del turismo.
La quiebra se ha sentido especialmente en la turística Goa, un estado sureño conocido por sus idílicas playas, cuyo sector turístico dejará de ingresar unos “500 millones de rupias (unos 6,4 millones de euros) al año”, según estimaron a Efe fuentes de la Asociación de Viajes y Turismo de Goa (TTAG, por sus siglas en inglés).
Desde la patronal regional explicaron que la empresa transportaba hasta Goa unos 8.000 viajeros británicos cada mes, que pernoctaban en la zona entre 14 y 21 días, frente a los 12 del turista medio, por lo que la caída del turoperador supondrá una reducción de ventas de “50.000 camas de hotel por noche” al año.
La empresa británica, con 178 años de historia, 22.000 empleados y 19 millones de clientes anuales, se declaró en suspensión de pagos el pasado 23 de septiembre, al no lograr los 200 millones de libras unos 227 millones de euros) que le reclamaban entidades financieras para garantizar su supervivencia.
La caída del emblemático grupo ha desencadenado la mayor operación de repatriación de británicos en tiempos de paz, ya que se calcula que hay 150.000 afectados en distintas partes del mundo, organizada por la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido (CAA).
Según el ente, ya ha sido repatriado el 30 % de los pasajeros, el 95 % de ellos lo ha hecho en la fecha prevista de su reserva.