Carla Olivares Peralta (EFE)
A 936 metros sobre el nivel del mar y en pleno interior de la provincia de Valencia se esconde uno de los catorce mejores lugares del planeta para observar la luz de las estrellas: Aras de los Olmos, un pequeño pueblo con cielo limpio y libre de contaminaciones lumínicas.
Declarado Reserva Starlight por la Unesco en 2017, Aras de los Olmos se convierte en espacio natural protegido comprometido con la defensa de la calidad del cielo nocturno y el acceso a la luz de las estrellas, y en el que universidades y asociaciones apuestan por la divulgación científica e investigación.
Con menos de 400 habitantes, este humilde enclave del interior valenciano se ha convertido en referente astroturístico, como confirma el dato de 2018: recibió más de 5.000 visitantes de España, Francia, Alemania y Holanda, interesados en la astronomía, según confirma a EFE su concejala de turismo, Angelina Andrés Vicente.
El fundador de la empresa AstrExperiència de Aras de los Olmos, Alejandro Vera, asegura por su parte que el 95 % del público corresponde a familias y el 5 % a expertos.
Para obtener el certificado de Reserva Starlight, además de la calidad del cielo, intervienen muchos otros factores como la preservación de las condiciones de observación astronómica, la conservación de la naturaleza, la integridad de los paisajes nocturnos y el patrimonio cultural.
También es relevante para lograr esa denominación la contaminación lumínica: Vera explica que antes de ser declarado reserva, el municipio se adhirió a la declaración de la Palma (2007) de la fundación Starlight y organismos internacionales como la Unión Europea, que reconoce como derecho propio de la Humanidad el acceso a la luz de las estrellas.
“Se trata de que podamos ver las estrellas como lo hacían nuestros abuelos hasta hace poco”, comenta el experto, quien asegura que Aras de los Olmos cambió hace años su iluminación a leds monocromáticos anaranjados respetuosos con el cielo y no contaminantes.
El pueblo, además, es la sede del Observatorio Astronómico de la Universitat de València (UV), el observatorio astronómico universitario en activo más antiguo de España fundado en 1909, y tiene dos observatorios más.
Cometas, eclipses, perseidas, galaxias, constelaciones… Todo fenómeno astronómico es protagonista visual desde estos observatorios y según Vera, este otoño se podía ver a través del telescopio el tránsito de Mercurio que solo ocurre una docena de veces por siglo, en el que se puede ver transitar la sombra del planeta delante del disco solar.
Esos fenómenos llaman también al romanticismo y Vera resalta que incluso hace tres años pudo ser testigo de una pedida de mano mientras una pareja observaba los anillos de Saturno.
La mayoría del público que acude a la empresa nunca ha utilizado un telescopio y tratan de enseñarle el funcionamiento, además de concienciar sobre “el grave problema de la contaminación lumínica que supone para la salud, el medio ambiente y la biodiversidad”, añade.
En 2017 también fue fundada la asociación AstroAras, que en marzo organizó las primeras jornadas astronómicas en las que se dieron a conocer las últimas curiosidades sobre el origen del universo y a las que acudieron casi un millar de personas, según Angelina Andrés.
Además la UV organiza allí la Universidad de Verano, que este año ha cumplido su segunda edición y se ha dedicado a estudiar la relación entre astronomía y desarrollo, entre los avances científicos y las posibilidades que aporta el universo al ser humano.
“Y es que hablar de astronomía es hablar de un campo de investigación que supera las fronteras académicas por su enorme potencial para el desarrollo sostenible de las zonas rurales de nuestro territorio”, explica la UV en el tríptico de este programa.
Entre observatorios, jornadas y actividades astronómicas, Aras de los Olmos es un lugar idóneo para aprender sobre el cosmos en Valencia, sobre todo en los meses de primavera y verano.