Cerveza negra, leyendas y tradiciones históricas se aúnan en esta urbe cuyo color onmipresente es el verde
Dublín es una de esas ciudades manejables, con vida y buen rollo que merece la pena visitar incluso si solo se dispone de un fin de semana.
La capital de Irlanda es coqueta y tiene el encanto de un pueblecito pero sin embargo su oferta cultural o de compras es la de una gran ciudad.
El centro de Dublín está delimitado por la calle O’Connel y el parque de St. Stephens Green que a su vez están divididos por el río Liffey.
En la calle O’Conell o parte norte del casco histórico se encuentra el Spire o Monumento de la Luz la estatua más alta del mundo, un obelisco de metal que mide 120 metros que divide en opiniones a la población. Desde esta calle, amplia y llena de comercios y restaurantes, podemos llegar a pie al Museo de los Leprechaun.
Los Leprechaun forman parte de la mitología irlandesa y son unos personajillos con fama de pillines y que serían los zapateros de las hadas. Los guías os explicarán esta y otras leyendas celtas a través de distintas salas.
En la zona sur se encuentra la calle St. Stephens Green conocida también por sus múltiples comercios y que junto con la calle Grafton Street forman una de las zonas más concurridas para ir de compras.
En este área podremos ver por ejemplo la conocida estatua de Molly Malone protagonista de una canción del siglo XIX convertida en un mito. La canción es una especia de himno no oficial del país y la tradición dice que hay que tocar el pecho a la estatua porque da suerte. Cerca se encuentra el parque St. Stephens Green una amplia zona verde que sirve de esparcimiento y relax a los ciudadanos.
Los amantes de las catedrales disfrutarán con Christ Church o St’Patricks de estilo gótico en su mayor parte.
A una media hora a pie del centro se encuentra una de las visitas más demandadas por los turistas, la Fabrica de Cerveza de Guiness . Es un edificio de siete plantas dedicadas a esta cerveza negra y que se descubre mediante un recorrido guiado que incluye dos catas y que finaliza en un bar situado en la azotea denominado Gravity Bar.
Otra visita etílica nos la ofrece la Destilería Old Jameson. Irlanda fue el primer país en producir el whisky, que significa en gaélico agua, y es una bebida muy ligada a la cultura irlandesa. A lo largo de la visita te explican el proceso de fabricación y la historia de la marca además de poder probarlo.
Uno de los iconos de Dublín es su puente ‘Half Penny’, hecho de hierro y madera, que cruza el río Liffey y que debe su nombre al peaje que se pagaba antiguamente para cruzarlo.
Otro lugar icónico y de los más visitados es el Trinity College Dublín, la universidad más antigua de Irlanda fundada en el siglo XVI. La zona más llamativa para los turistas es su biblioteca, lugar donde se guarda el Libro de Kells, un antiguo manuscrito ilustrado a mano por los monjes del monasterio Kells.
Además, se dice que en esta biblioteca se inspiraron los creadores de Harry Potter para diseñar el colegio Howarts.
Otra de las visitas obligadas son los pubs. Tan característicos de Gran Bretaña y con tanta vida siempre. Uno de los más característicos es el Temple Bar Pub que presume de haber abierto en 1840 y de servir más de 450 whiskies.
Para los más pequeños una de las visitas más recomendadas, y que es gratuita con Dublin Pass, es Dublinia. Se trata de un museo muy interactivo en el que se muestra mediante actividades como era el Dublín vikingo y medieval.