El solemne ritual por el que se vierte agua perfumada sobre la estatua de Buda choca con el desenfreno de las batallas campales con el líquido elemento que suceden a lo largo de Tailandia, donde estos días se celebra el “Songkran” o año nuevo tradicional.
Con los primeros rayos de sol de cada 13 de abril, los budistas más devotos se acercan a los templos para recitar oraciones y realizar ofrendas a los monjes con el objetivo de cosechar méritos para la próxima vida y conseguir buena suerte para el año entrante.
Durante esta jornada, y en días posteriores, la efigie de Buda da la bienvenida en centros comerciales, apartamentos u oficinas, jalonada por un bol con agua perfumada para limpiar la estatua, en un acto que sirve para purificar el alma e iniciar el año limpio de falta.
En otro de los ritos populares, conocido como “Rod Nam Dam Hua”, los jóvenes echan agua con esencias florales sobre las manos de sus progenitores o personas de mayor edad, en señal de respeto y gratitud.
En algunas ciudades se celebran procesiones, se elige a la reina de la festividad, se organizan bailes tradicionales, construyen pagodas de arena o se liberan animales -en aras de mejorar el karma personal- durante este tiempo de renovación.
El Songkran, palabra que procede del sánscrito y que significa literalmente “entrada o comienzo”, coincide con el final de la época seca que precede a las lluvias del monzón, sumamente importantes para las cosechas de arroz en la región.
Con el líquido elemento como indiscutible protagonista, las autoridades de Bangkok habilitan una docena de espacios que se transforman en batallas campales con pistolas de plástico y cualquier otro utensilio, como cazos y cubos, para arrojar agua -en ocasiones helada- a cualquier persona que transite por la zona.
La contienda, no obstante, transcurre aunque a menor escala por todas las calles de la capital tailandesa.
“Songkran es uno de los mejores momentos del año (…) La gente está muy jovial y las guerras (con agua) son muy entretenidas”, comenta a Efe Lek, de 19 años, escoltada por un ejército de amigos equipados con un arsenal -de juguete- en una calle de Siam, la principal zona comercial de la metrópoli.
En una vía adyacente a la refriega, Ploy, de 56 años, conmemora la fecha a la antigua usanza.
“Es cierto que los más jóvenes descuidan las tradiciones y se centran en el divertimento (…) aunque cuando maduren y sean más adultos serán más tranquilos y tendrán más en cuenta las costumbres”, declara la mujer, luciendo una colorida camisa, y tras mojar una imagen de Buda.
Medio millón de extranjeros visitan el país estos días, según cifras oficiales, para participar en las celebraciones callejeras ataviados muchos con las típicas camisas de flores, pistolas de agua y polvos de talco con los que se untan los rostros y los brazos.
Durante estas vacaciones, las más largas del calendario tailandés, los locales aprovechan para visitar sus familias en sus provincias de origen.
Este éxodo, unido a los excesos del alcohol, provoca un aumento de los accidentes de tráfico, que las autoridades tratan de paliar con campañas y más controles en las carreteras.
Sin embargo, las medidas de seguridad no evitaron que durante la celebración de 2017 perdieran la vida en las carreteras 390 personas y otras 3.808 resultaran heridas.
La Policía recordó en un comunicado evitar arrojar agua contra y desde los vehículos en circulación ante los numerosos siniestros en motocicleta y furgonetas, que suponen el 80 por ciento de los incidentes.
Además las autoridades locales recomendaron a los juerguistas vestir y comportarse de manera decente, bajo la amenaza de sanciones administrativas, en uno de los periodos en los que se denuncian numerosos asaltos sexuales contra mujeres, locales y foráneas.
De origen probablemente animista, el Songkran coincidía con el desplazamiento del Sol desde el signo de Aries al de Tauro aunque más adelante la celebración se adaptó al budismo y, finalmente, las fechas se fijaron a entre el 13 y el 15 de abril, que este año cae en domingo, por lo que el festivo se alarga hasta el martes 17.
Tailandia celebra estos días la llegada del año budista 2561, aunque desde mediados de siglo se estableció el cambio de año el 1 de enero para acomodarse al calendario gregoriano, el más utilizado internacionalmente.
Durante estos días también se celebra este Año Nuevo tradicional otros países como Laos, Camboya, Birmania (Myanmar), Sri Lanka, en el sur de China y en el noreste de India.