Medio siglo después de haber sobrevivido a la subida de las aguas del lago Naser gracias a su traslado con una obra de ingeniería que aún causa asombro, el templo de Abu Simbel aguarda la vuelta de los turistas tras varios años de crisis.
En el hotel Nefertari, a tan sólo 200 metros del recinto arqueológico de Abu Simbel, pocas habitaciones están reservadas y es evidente que sus instalaciones han vivido tiempos mejores.
El gerente del establecimiento, Ahmed Yusef, explica a Efe que los viajes organizados pasan por Abu Simbel rápidamente y no pernoctan porque tienen un programa muy apretado y “sólo algún turista independiente decide quedarse y disfrutar de la tranquilidad” de esta pequeña población situada en el extremo sur de Egipto.
El Nefertari fue fundado en 1986, a partir de un edificio donde se hospedaron los expertos venidos de todo el mundo por iniciativa de la UNESCO para los trabajos de traslado del templo entre 1964 y 1968.
Fue el primer hotel de Abu Simbel, recuerda Yusef con orgullo. Se expandió en los años 90 con el auge del turismo masivo en Egipto y antes de la Primavera Árabe (2011) sus 119 habitaciones solían llenarse.
“Antes había muchos más turistas, cada día del año”, asegura Haizam, un hombre en la treintena que vende refrescos y souvenirs a las puertas de Abu Simbel, que no ha conseguido atraer a un gran número de visitantes con el reclamo de su quincuagésimo aniversario.
El comerciante, al que le hacen eco otros vendedores del pequeño mercado de regalos y recuerdos, se queja de que ahora los turistas no paran en la localidad ni gastan dinero, y que ya no vienen tantos europeos.
Abu Simbel se ha visto especialmente afectada por la crisis del turismo tras la revolución egipcia de 2011 y la inestabilidad política y la violencia en los años siguientes debido a su difícil acceso.
Actualmente, la mayoría de los turistas la visitan en fugaces excursiones en autobús desde la ciudad de Asuán, a unos 300 kilómetros de distancia, explica a Efe el presidente de la Federación de Cámaras de Turismo egipcia, Karim Mohsen.
“La recuperación lleva tiempo, ahora es mejor que antes pero la mayor parte del turismo sigue yendo al mar Rojo“, asegura, antes de añadir que las visitas culturales y los cruceros por el río Nilo aún no han remontado frente al turismo de playa.
Según Mohsen, uno de los motivos es que no se han reanudado los vuelos chárter a las localidades monumentales del sur de Egipto, adonde dejaron de viajar los operadores por falta de clientes y tras un atentado contra un avión ruso en 2015.
Ahora sólo los más apasionados de egiptología llegan hasta Abu Simbel, como Ignacio, un joven procedente de España que ha realizado el crucero por el Nilo desde Luxor hasta Asuán, y luego ha viajado por carretera para ver el templo de Ramsés II y el dedicado a su esposa, la reina Nefertari.
“Nos habían recomendado en España que lo teníamos que ver, que era algo imprescindible y ha merecido la pena”, asegura a Efe.
“Es impresionante, son los únicos templos que están metidos en la montaña y ya que vienes a Egipto tienes que verlo”, dice en referencia a los dos monumentos excavados en la piedra hace más de 3.000 años.
Cuando tuvieron que ser trasladados 60 metros más arriba de su ubicación original para evitar las aguas, los expertos recrearon su entorno natural construyendo una montaña artificial para albergar los dos templos de características similares y construidos en honor a la pareja real de la dinastía XIX (1295-1186 a.C.).
Además de los de Abu Simbel, otros 10 templos o partes de estos fueros rescatados en los años 60 y 70 por la UNESCO, y recolocados en localidades cercanas o en Asuán, mientras que cinco fueron donados a los países que participaron en la operación y están ahora en Madrid, Nueva York, Berlín, Turín y Leiden.
“Los templos están a salvo de las aguas del lago, pero tienen que estar constantemente vigilados por el desgaste asociado a las visitas turísticas”, advierte Nigel Fletcher Jones,un experto en sobre los templos de la Nubia, tal y como se denominaba la región que abarcaba el sur de Egipto y el norte de Sudán.
Sin embargo, Jones añade que “el turismo es esencial en proveer fondos para mantener y continuar a restaurar los templos nubios”, los menos conocidos y visitados de Egipto