El grupo Airbus tuvo 1.453 millones de euros de beneficio en los nueve primeros meses del año, un crecimiento del 4 % respecto al mismo periodo de 2017, debido a la mejora del resultado operativo.
La ganancia neta operativa (Ebit) se incrementó un 60 % hasta 2.683 millones de euros, informó hoy en un comunicado Airbus, que destacó que en términos ajustados -descontando el impacto de elementos no recurrentes- aumentó un 127 %, hasta 2.738 millones.
La facturación subió globalmente un 6 %, hasta 40.421 millones de euros, lo que refleja en particular el aumento de las entregas de aviones comerciales (503, frente a los 454 entre enero y septiembre de 2017).
De hecho, la división de aviones comerciales elevó sus ingresos en un 11 % hasta 30.478 millones de euros y un 187 % su ebit, hasta 2.238 millones (un 190 % el ajustado).
Por el contrario, el negocio de helicópteros redujo su volumen de negocios en un 11 %, hasta 4.197 millones de euros, aunque su ebit mejoró un 11 %, hasta los 179 millones de euros (y el ajustado un 25 %).
La división de defensa y espacio, en la que está integrado el programa del avión de transporte militar A400M que se ensambla en Sevilla, repitió casi exactamente sus ingresos (7.051 millones de euros, frente a 7.052 millones un año antes), pero su ebit sufrió un retroceso del 46 % (el ajustado ganó un 3 %).
La marcha del A400M volvió a obligar a la empresa a incrementar las provisiones para ese programa hasta 105 millones de euros en lo que va de año, es decir, 7 millones más de lo que ya se había anunciado para el primer semestre.
Teniendo en cuenta las provisiones precedentes (de 1.299 millones de euros sólo en 2017), el A400M acumula 8.400 millones en una historia accidentada y, como Airbus reconoció hoy, sigue rodeado de incertidumbres.
Esos “riesgos” tienen que ver con “el desarrollo de las capacidades técnicas a un nivel de exportación suficiente dentro del plazo, así como en cuanto a la fiabilidad operativa de los aviones -especialmente en cuanto a los motores- y a la reducción de costes con arreglo a la línea de referencia revisada”.
La compañía indicó que “las conversaciones para la modificación del contrato (con los países asociados en el A400M) progresan, pero lo hacen a un ritmo algo menor del planificado”. En julio había previsto que estuviera preparado para finales de año.
Airbus tuvo un flujo de caja negativo de 4.169 millones de euros entre enero y septiembre, comparados con los 3.344 millones del mismo periodo de 2017, y eso incluye el programa de los aviones A220 comprado al canadiense Bombardier.
De cara al cierre del ejercicio 2018, el grupo europeo reconoce que se ha hecho más difícil cumplir su objetivo de aumento de la producción de la versión renovada de su familia de aviones de pasillo único, la A320neo, por los retrasos de los fabricantes de motores en la primera mitad del año y por “algunas dificultades industriales internas”.
Ese mismo tipo de problemas por retraso de entrega de motores por parte del proveedor para el A330neo también ha conducido a ajustar el programa de entregas para este aparato de doble pasillo.
La empresa indicó igualmente que trabaja “activamente” para resolver “ciertos desafíos comerciales de los programas del A330neo y del A380” (su modelo gigante, cuyas ventas han sido muy decepcionantes).
En todo caso, sus previsiones para este año pasan por entregar “alrededor de 800 aviones comerciales, incluidas 18 unidades del A220.
Sobre esa base, mantiene su objetivo de un ebit ajustado antes de fusiones y adquisiciones de unos 5.000 millones de euros y un flujo de caja inferior a los 2.950 millones de 2017, que, como el ebit, estará impactado negativamente por el A220