Un sistema de visión artificial para detectar vertidos en la playa de Benidorm, una aplicación móvil para alquilar hamacas y sombrillas en Calviá o pulseras identificativas para niños en Roquetas de Mar: son sólo tres ejemplos de cómo las nuevas tecnologías contribuyen a un turismo más inteligente.
Un total de 24 proyectos de 9 comunidades autónomas han sido seleccionados en la primera convocatoria de ayudas Destinos Turísticos Inteligentes, que supondrán una inversión total de 68,3 millones de euros, de la que Canarias (12,6 millones), Comunidad Valenciana (12,3 millones) e Islas Baleares (10 millones) son las regiones más beneficiadas.
El resto se llevarán a cabo en Andalucía, Aragón, Cataluña, Extremadura, Galicia, Islas Baleares y País Vasco, siempre con el objetivo de mejorar no sólo la experiencia del turista, sino la calidad de vida de los vecinos, además de ejercer “un efecto tractor” en la industria turística, como destacó el director general de Red.es, David Cierco, al presentar los proyectos.
En Canarias se desarrollarán tres iniciativas con medidas como la instalación de drones de vigilancia en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), un sistema de control del gasto de agua en las duchas en playas de Adeje (Tenerife) o un plan de aparcamiento inteligente en Puerto de la Cruz (Tenerife), que incluye el desarrollo de un algoritmo de estimación basado en redes neuronales.
En Benidorm (Alicante) promoverán una playa inteligente con medidas como un sistema de visión artificial para detectar vertidos en aguas de baño, una caseta para prevenir y diagnosticar radiaciones solares y un sistema de detección de zonas alta peligrosidad para bañistas, por ejemplo por corrientes de resaca.
Y en Granada convertirán dos de sus reclamos turísticos, la ruta de Federico García Lorca y el Geoparque del Cuaternario, en experiencias digitales gracias al uso de aplicaciones con realidad virtual y aumentada y de señales inteligentes, así como búsquedas de tesoro con la ayuda de geolocalización, con gafas de realidad virtual como recompensa.
Algo común en casi todos los proyectos son la instalación de sensores de todo tipo, ya sea para obtener información sobre la ocupación o la afluencia a las playas más concurridas o lugares turísticos, como meteorológicos, acústicos, de radiación solar, de presión atmosférica, de llenado de papeleras o de detección de paso de vehículos.
En Níjar-Cabo de Gata se instalarán siete cámaras vigilancia junto a un software de reconocimiento de matrículas y tipo de vehículo, para comprobar si son nacionales, internacionales o ciclomotores.
Y donde hay sensores, siempre hay Big Data o análisis masivo de la información extraída, para conocer mejor al turista de cara establecer estrategias de promoción, adecuar la oferta a sus necesidades o lograr una mejor gestión de los recursos.
Los nuevos destinos inteligentes apuestan por las aplicaciones móviles, como la que impulsa la diputación de Cádiz, que permite al turista planificar su viaja e, incluso, almacenar sus tarjetas de crédito, o como la que permitirá en Calviá (Mallorca) alquilar hamacas y sombrillas en las playas de concesión municipal.
Y por las prendas inteligentes (“wearables”), como las pulseras NFC previstas en el proyecto Sansenxo y O Grove: Polos Turísticos Inteligentes, o las pulseras identificativas para niños en Roquetas de Mar (Almería).
También son comunes las soluciones de telegestión del alumbrado público, los residuos, el riego de parques y jardines o la disponibilidad de plazas en los aparcamientos de la ciudad.
Incluso en Calviá se pondrá en marcha un proyecto piloto de dos pasos de peatones inteligentes que avisan a los conductores con señales luminosas al acercarse los viandantes. EFE