El ayuntamiento de Ámsterdam anunció ayer la prohibición de las visitas guiadas en el Barrio Rojo para promover el respeto a las trabajadores sexuales y poner fin a los problemas provocados por el turismo masivo en esta zona céntrica de la ciudad.
“Ya es hora de dejar de ver a las trabajadoras sexuales como una atracción turística”, advirtió el concejal y político progresista Udo Kock, que anunció estas nuevas medidas destinadas a “limpiar” el distrito de la prostitución.
A partir del 1 de enero, las excursiones turísticas también estarán restringidas en el centro de la ciudad, tendrán un tamaño máximo de quince personas, solo podrán organizarse hasta las 19.00 horas, incluidos los fines de semana, y cada turista tendrá que pagar un impuesto como “cuota de entretenimiento”.
Según cifras que maneja el municipio, una media de diez grupos guiados se detienen cada hora en la Oudekerksplein, el corazón del Barrio Rojo, lo que puede alcanzar hasta 48 grupos de turistas en hora punta.
El Barrio Rojo es una de las principales atracciones turísticas de Amsterdam ya que, desde el siglo XVII, existen vitrinas en los pisos bajos en las que las trabajadoras sexuales ofrecen, de modo legal desde 1911, sus servicios a los clientes.
Las molestias, el ruido y la basura arrojada por los grupos de turistas en la calle es la razón principal por la que se anuncian estas nuevas medidas, aunque Kock subraya también que la restricción se debe a que “ya no es de esta época que los turistas acudan en masa a ver a las trabajadoras sexuales”.
El municipio de Ámsterdam ya está tomando acciones para reducir el ajetreo en la zona de la prostitución y, por ejemplo, cierra las calles durante algunas noches para “aliviar” la saturación y limpiar la zona