Un día después de que veinte personas falleciesen en el asalto al Hotel Intercontinental de Kabul, las autoridades tratan de identificar cadáveres quemados, mientras decenas de personas aguardan a la entrada del establecimiento para buscar sus pertenencias o a sus familiares todavía desaparecidos.
Un comando de seis talibanes lanzó en la noche del sábado un ataque que se prolongó durante casi doce horas y que causó, según el último balance ofrecido a Efe, una veintena de muertos, después de que esta mañana se encontrasen en el interior del hotel otros dos cadáveres.
La mayoría de los cuerpos recibidos por el Ministerio de Salud Pública, un total de 25, entre ellos los de 13 extranjeros y cinco atacantes, estaban “gravemente quemados y eran difíciles de reconocer”, por lo que aún quedan siete por identificar, precisó el portavoz de ese departamento, Wahid Major.
Mientras, algunos familiares de las víctimas, como Shirzad, de 46 años, esperan a la entrada del hotel ante la desesperación de no poder encontrar a sus parientes en ningún hospital, ni vivos ni muertos.
El primo de Shirzad había acudido esa noche al Intercontinental para encontrarse con un amigo que había venido de Estados Unidos y desde entonces lo único que sabe es que falleció a manos de los talibanes.
“Han pasado casi dos días desde el ataque, todavía no le hemos encontrado vivo ni su cadáver”, explicó a periodistas a la entrada del Intercontinental.
Abdul Haq Omari se encontraba con amigos en una habitación de la cuarta planta cuando los camareros del hotel entraron para avisarles de que un grupo de “atacantes suicidas había entrado al restaurante de abajo”, explicó a periodistas a la entrada del hotel.
Omari, periodista de profesión, y sus acompañantes bloquearon con varios muebles la puerta, mientras la ansiedad les corría por las venas en una espera interminable.
“Tras disparar a nuestra puerta tiraron una botella dentro de la habitación, aparentemente gasolina mezclada con explosivos. El sofá y las otras cosas de la habitación se incendiaron”, dijo, al agregar que entonces se refugiaron en el balcón.
Desde allí, podían oír a la gente “suplicando” por su vida y a los atacantes moviéndose “con libertad” por los pasillos durante horas.
“Escuché a una víctima rogando a los atacantes que estaba herido, que no le disparasen. En este momento uno de los atacantes dijo al otro: ¡Dispara, dispara! ¿Cómo es que todavía está vivo?”, recordó el periodista, que acto seguido escuchó los disparos del talibán.
La angustia llevó a tres de las once personas que se encontraban con Omari a saltar al vacío. Sólo uno de ellos sobrevivió y quedó gravemente herido.
El grupo saltó al balcón de al lado, sólo para encontrar dos cadáveres en la habitación.
Omari es uno de los cerca de 150 huéspedes y empleados, 40 de ellos extranjeros, que fueron rescatados por las fuerzas de seguridad, en su caso a la mañana siguiente.
Entre los extranjeros muertos hay diez empleados de la aerolínea Kam Air, una compañía privada que realiza fundamentalmente vuelos domésticos.
Un portavoz de la aerolínea, Najib Payman, dijo a Efe que la mitad de los 38 vuelos programados para hoy han sido suspendidos, porque entre los asesinados había pilotos y tripulaciones.
Los otros alrededor de 30 empleados rescatados están hoy “en shock”, añadió.
Los talibanes han reclamado la autoría del ataque a través de un comunicado de su portavoz, Zabihullah Mujahid, quien precisó que sus combatientes identificaron “cuidadosamente” a sus víctimas y mataron a ciudadanos de los países “invasores” y miembros del Gobierno afgano.
El hotel, frecuentado por extranjeros y afganos adinerados y que a menudo acoge fiestas privadas y eventos oficiales, como ruedas de prensa, seminarios y conferencias, ya fue objeto de un atentado similar de los talibanes en junio de 2011.
En aquella ocasión, 21 personas murieron, entre ellas dos extranjeros, uno de ellos un piloto español.