El “Thanksgiving Day” es la fiesta grande en Estados Unidos. Se celebra el cuarto jueves de noviembre y reúne cada año a millones de familias norteamericanas en la mesa en torno a un pavo asado, el auténtico protagonista del evento.
Cada año millones de familias estadounidenses hacen que el país se paralice por completo durante el cuarto jueves de noviembre para degustar el copioso pavo de acción de gracias o Thanksgiving.
Se trata de una celebración para familia y amigos de gran intensidad y arraigo. En muchos casos es más importante que la propia Navidad. Una celebración que forma parte del ADN del país.
Un ritual de compartir cocina y mesa con las personas más queridas, conocida en todo el mundo, gracias a las numerosas menciones en películas e iconografía norteamericana.
El pavo de acción de gracias o thanksgiving es la piedra angular de esta celebración. Pero antes de meternos en detalles más culinarios vamos con un poco de historia para contextualizar.
Cualquier niño norteamericano te contará que el origen de esta fiesta se remonta a 1620, cuando el barco Mayflower, que había zarpado desde Inglaterra, llega a Plymouth (Massachusetts), en el noroeste del país, cargado de colonos para establecerse en la zona.
A su llegada, los peregrinos fueron socorridos por un líder indígena que les ayudó a cosechar la tierra y sobrevivir a las inclemencias y dificultades del lugar.
Tras conseguir la primera cosecha de maíz con éxito, el gobernador del asentamiento de Plymouth organizó una fiesta durante tres días a la que invitó a varios nativos.
Esa comida conjunta, en señal de concordia, es el nacimiento del día de Acción de Gracias. Fue en 1863 cuando el gobierno estadounidense declaró festivo el último jueves de noviembre.
El gran protagonista, el pavo
Acción de Gracias no se concibe si él. Según datos de la Federación Nacional del Pavo, los norteamericanos lo consumen en un 88% de los casos durante ese día. Además destacan que el peso de los pavos ha aumentado, como promedio, de 7 a 13 kilos.
Bueno, también hay que decir que tampoco se concibe esta fiesta sin la aparición del presidente de Estados Unidos junto a un pavo.
Una tradición que se inició en 1947 con Harry Truman, y que se hizo institución, en el perdón presidencial de un pavo, con George H. W. Bush, en 1989
Y ahora vamos con lo estrictamente culinario. Normalmente se compra congelado y necesita de mucho tiempo para cocinarlo. Acertar con el tiempo de cocción no es fácil, ya que su peso hace que los tiempos varíen.
La salsa de las salsas
Para Acción de Gracias, la salsa por antonomasia es la salsa de arándanos o cranberry sauce.
En Europa es más popular por la cantidad de veces que ha sido nombrada en series y películas norteamericanas.
El arándano es un fruto clásico de Estados Unidos durante la época otoñal. Lo más fácil y efectivo es servir el pavo con mermelada o compota de arándanos rojos o equivalente. Entre estos destacamos las grosellas, los arándanos azules, las frambuesas o la mora.
El pavo tiene una carne algo seca y para que la cena de acción de gracias sea todo un éxito, es necesario el concurso de una buena gravy.
Se trata de una salsa de carne que empieza con un roux que se cocina con caldo. Es básico hacerlo sin prisas para evitar que se formen grumos.
El relleno del pavo
Mucho ojo que aunque se denomine “relleno”, no se encuentra dentro del pavo, más bien se sirve a su lado. Hay muchas modalidades y los ingredientes varían en función de las zonas del país, incluso del gusto de cada familia.
Pero el más extendido consta cubos o migas gruesas de pan extraído de una hogaza rústica. Es lo que se conoce como stuffing y también suele llevar bacón, salchicha, frutos secos, alguna levadura, queso e incluso fruta.
Una crema para abrir boca
Es muy tradicional en Estados Unidos, para ir abriendo apetito, servir una crema de verduras de temporada antes de servir el pavo. Es denominada como creamy soup, y está compuesta de nata, mantequilla, leche, queso y bacon.
Las verduras estrellas para esta crema es la coliflor, aunque también es muy utilizada el brócoli y la calabaza. Mucho ojo con pasarse con las cantidades a la hora de servirse, ya que estas cremas suelen ser muy calóricas y son el preludio del megapavo que está por venir…
Un clásico puré de patatas
Es un plato de lo más sencillo pero clásico en las mesas durante la cena de Acción de Gracias. Hay gente al que le gusta más espeso, con una textura más rústica en la que se pueda palpar la patata, e incluso en otras modalidades, se le puede percibir con trocitos de piel.
Aunque el gusto clásico y más extendido es la textura cremosa. Esto se consigue con una buena cocción del tubérculo y también a los ingredientes añadidos, como la nata o la mantequilla.
Las omnipresentes judías verdes
Uno de los side dishes más repetidos en Acción de Gracias son las judías verdes. Es habitual encontrársela en forma de casserole.
En Estados Unidos es muy típica la variedad fina o redonda y se suele combinar con alguna variedad de cebolla frita, confitada o glaseada. También se puede servir junto con beicon y verduras. Tampoco es descartable algún tipo de salsa para darle más sabor.
Guarnición de boniatos
Durante el otoño norteamericano, los boniatos con los grandes competidores de la calabaza. Pero nosotros los destacamos porque son otro clásico durante la cena de Acción de Gracias.
Puede aparecer en el menú ya sea en sopa, postre o en puré, pero en cualquier caso tengan por seguro que aparecerá.
Lo más socorridos y clásicos son los boniatos asacos con especias y los gratinados cremosos cubiertos de nube de azúcar, toda una bomba calórica.
American Pie
Si es que queda algún hueco en los estómagos de los norteamericanos tras degustar todo lo antes señalado, ese está destinado a un pastel, o pie.
Lo normal es que se sirvan un surtido de tartas con diferentes sabores. Los más destacados son las nueces pacanas, la manzana, la de boniato y, como no, la de calabaza (muy cinematográfica también).