Esta joven nación es una de las grandes desconocidas en Europa desde el punto de vista turístico. Grave error, ya que se trata de un territorio de una belleza natural sencillamente espectacular, además de albergar un conjunto de particularidades culturales que hacen de Eslovenia un destino muy apetecible por descubrir.
Una de las palabras que mejor definen a este país es “verde”, ya que más de la mitad de su territorio está cubierto por frondosos bosques, casi todos enmarcados en una red de parques naturales protegidos, envidia de muchas de las naciones más antiguas de Europa. Y hablamos de antigüedad ya que Eslovenia, tal y como hoy la conocemos, nace hace muy pocos años, el 25 de junio de 1991, al independizarse de Yugoslavia.
Se trata de un país de pequeñas dimensiones. Su población se mueve en torno a los dos millones y medio de habitantes, y su capital Liubliana, no supera los 300.000. Miembro de pleno derecho de la Unión Europea desde 2004, el euro comenzó a usarse en sus calles el 1 de enero de 2007.
Liubliana es una ciudad sacada de un cuento de hadas. Sus calles, el aspecto de sus edificaciones, la discreción y amabilidad de sus gentes… La ciudad se articula en torno al rio Ljublianica y sus numerosos y célebres puentes. Ya sea en una embarcación o a pie, es básico darse un paseo por el tramo de río más cercano al casco histórico e ir parando a tomar algo en las numerosas terrazas que lo flanquean.
Los puentes son, además de lugares de paso, sitios casi sagrados en la ciudad. Es quizás el Puente de los tres puentes (Tromostovje) el punto más importante de la ciudad.
Hecho de piedra y construido en 1842, vienen a sustituir a uno medieval de madera de vital importancia estratégica que conectaba los pueblos de la Europa noroeste con los Balcanes. Jože Plečnik, arquitecto y una de las figuras eslovenas más importantes de su historia, añadiría dos puentes más para los peatones creando así el monumento más icónico de la ciudad que conecta con los puntos turísticos más destacados: Plecnik, Roznik y el casitllo de Liubliana.
Otro de los puentes más populares es el de los Dragones (Zmajski most), presidido por dos efigies de este popular animal mitológico. Construido entre los años 1900 y 1901, es el primer puente de hormigón armado del país y uno de los primeros de toda Europa. Su diseño es obra de Josef Melan, y su apariencia modernista se debe al arquitecto Jurij Zaninovic, que diseño la decoración, la balaustrada y las archiconocidas y fotografiadas estatuas de dragón.
A 55 km de Liubliana se encuentra el Lago de Bled, una de las visitas obligadas del país. Se trata de un lago glaciar de los Alpes Julianos, el lugar más turístico y bello de Eslovenia.
El lago está situado en un entorno pintoresco, rodeado de montañas y bosques. El castillo medieval de Bled está situado sobre el lago en la orilla norte. El lago rodea la Isla de Bled, la única isla natural de Eslovenia. La isla tiene varios edificios, el principal es la iglesia, construida en el siglo XV. Hay que subir 99 escaleras para llegar hasta la iglesia.
El lago es muy conocido entre los remeros por sus buenas condiciones para practicar ese deporte, y en él se ha organizado el Campeonato mundial de Remo en los años 1966, 1979, 1989 y 2011.
Otro enclave de gran belleza es la localidad de Novo Mesto, literalmente significa “ciudad nueva”. Un asentamiento que data de la edad media con una belleza y misterio difícil de explicar. Hoy en día recibe gran cantidad de visitantes norteamericanos ya que es la ciudad natal de la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump.