El aplazamiento de las Fallas de Valencia a causa del coronavirus deja en el aire una de las fiestas populares más famosas del mundo, que este año se ha gastado casi ocho millones de euros en los 761 monumentos que iban a arder el 19 de marzo y estaba ya lista para recibir a un millón de personas.
El impacto económico que supondrá este aplazamiento -solo se han suspendido cinco años desde 1896 (por la Guerra de Cuba, la Guerra Civil y una protesta ante una tasa municipal)- deberá ser ahora analizado por los responsables de unas fiestas que implican a docenas de miles de personas, entre artistas falleros, músicos, empresas del sector servicios, textil y de peluquería, hostelería y restauración, y en la que se involucran valencianos de toda edad.
Aunque el epicentro está en la ciudad de Valencia, hay otros municipios donde también se plantan fallas, principalmente en la provincia de Valencia aunque también hay localidades alicantinas y castellonenses donde se celebran estas fiestas, en cuyos días grandes -del 15 al 19 de marzo- también hay actos masivos religiosos (como la Ofrenda), taurinos (la Feria de Fallas) y culturales.
Estas fiestas patronales en honor a San José, declaradas por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, ya iban a recibir a menos turistas que otros años, tanto por el calendario (los días grandes y la “Cremà” caen entre semana) como por el hecho de que el día 19 no es festivo en comunidades como la madrileña, que representa el 25,4 % del turismo nacional que viene en Fallas.
Para este año, las comisiones falleras habían subido casi 85.000 euros el presupuesto de sus monumentos, que este año sumarán 7.758.933 euros, con más de 5,8 millones para las fallas grandes y 1,9 para las infantiles.
En total se iban a plantar 761 monumentos, entre los que estaban los que más acaparan la atención de turistas y valencianos, los de la sección Especial, que este año han acordado respetar el límite de 14 metros de altura de sus fallas y, sobre todo, las fallas municipales, fuera de concurso.
Este año, la imponente falla grande, a medio montar, lleva por título “Aixó també passará” (Esto también pasará), cuesta 205.000 euros y es obra de los artistas Manolo Martín y José Ramón Espuig, junto al artista urbano Escif, mientras que la infantil, de 28.500 euros, tiene por lema “Saps qui soc?” (¿Sabes quién soy?), de José Luis Ceballos y Francisco Sanabria.
Gracias al estudio “Turismo en Fallas”, este año ya se conoce que durante los cinco días grandes aumenta un 41 % el turismo y la media de visitantes diarios que recibe roza el millón de personas, de los que nueve de cada diez son nacionales.
Ese estudio concluye que, en concreto, la ciudad recibió de media durante la semana grande de las Fallas un total de 931.639 visitantes, lo que representa un 41 % más que la media de una semana no festiva.
Respecto a turistas internacionales, un 92,83 % proviene de diez países: Italia (33,91 % del total y el 62 % de ellos pernocta, y precisamente el principal foco europeo del coronavirus), Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda, Estados Unidos, Suecia, Austria, Bélgica y Polonia. Estos visitantes se concentran en el centro aunque se diferencian del turista nacional en que también se mueven por la playa de la Malvarrosa o la zona de la Marina.
Precisamente este martes la Asociación Empresarial Hostelera de Benidorm, Costa Blanca y Comunidad Valenciana (Hosbec) ha reconocido que la incertidumbre ante la evolución del coronavirus COVID-19 está generando que las reservas hoteleras en esta fechas se hayan reducido “un 15 o un 20 por ciento” de media respecto al año pasado.
“Siguen entrando reservas, pero no con el volumen del año pasado por estas fechas”, ha dicho a EFE el presidente de Hosbec, Toni Mayor, quien ha precisado que Benidorm se mantiene de momento con reservas que superan el 80 %, gracias al Imserso -cuyos viajes se han suspendido también este martes- y al mercado británico.
Sobre las Fallas, Mayor admitía que en Valencia “queda mucho por vender” y hay “mucho hueco todavía” en los hoteles.
Valencia, al margen de los citados años de guerras y protestas, no ha vuelto a vivir un año sin Fallas aunque sí ha suspendido actos concretos, especialmente por adversidades meteorológicas o sucesos como los atentados del 11M de 2004 en Madrid, en los que se suspendieron todos los actos oficiales durante los tres días de luto.