La Alianza para la excelencia turística, Exceltur, ha vuelto a revisar a la baja el crecimiento de la actividad turística en el conjunto de 2018, desde el 2,6 %, al que apuntaba en julio, hasta un 2 %, teniendo en cuenta la evolución del sector en los meses de verano.
Exceltur ya anticipó en julio que la actividad turística en España crecerá en 2018 por primera vez en diez años por debajo del conjunto de la economía (un 2,7 %) por el menor dinamismo de los principales mercados emisores y la recuperación de los destinos competidores en el Mediterráneo.
Su vicepresidente ejecutivo, José Luis Zoreda, ha señalado que es cierto que el turismo se está desacelerando en España, pero ha subrayado que no se trata de ningún “derrumbe” del sector ni muchísimo menos de algunos análisis “muy injustos” que algunas entidades financieras están haciendo sobre algunas compañías que, precisamente, han sido motores esenciales de la recuperación del turismo y actores fundamentales de la inversión.
Zoreda ha explicado, en la presentación de un estudio sobre el turismo, elaborado por el Consejo General de Economistas, que el proceso de desaceleración de la actividad turística en España es el resultado de la esperada normalización del mercado turístico y, en particular, del llamado “sol y playa”, fruto de la deseable y rápida recuperación de los destinos del Mediterráneo Oriental.
A esta coctelera de factores se suma un tiempo extraordinario que tuvieron todos los destinos europeos este verano y la situación de inseguridad en Cataluña y, en particular de Barcelona, lo que hace que, en lugar de aumentar a tasas muy elevadas como otros años, “estemos creciendo a un 2 %” en 2018.
Sin embargo, la buena noticia es que está mejorando el ingreso medio por turistas y ese es el camino, aunque faltan aún unos meses para constatar esa tendencia, ha agregado.
Zoreda ha apuntado a la necesidad de reflexionar en profundidad ante la desaceleración de la actividad turística y afrontar los retos a los que se enfrenta el sector.
En este sentido, ha propuesto consensuar una hoja estratégica que, liderada por el Gobierno con la colaboración e integración de empresas y los distintos niveles de las administraciones públicas -comunidades autónomas y ayuntamientos-, defina la gama de experiencias y productos por los que hay que apostar, para atraer a los turistas más interesantes por su mayor contribución económica.
En la misma línea se ha pronunciado el presidente del Consejo General de Economistas de España, Valentín Pich, quien ha hecho hincapié en la dispersión existente en materia de ordenación del turismo, por lo que urge “impulsar la necesaria coordinación a nivel del Estado, en un sector que, más que muchos otros, debe constituir un proyecto común”.
A su juicio, es urgente una aproximación y coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de las administraciones españolas, así como en algunas materias específicas como son la imagen y marca, los transportes, los contratos de bienes de uso turístico o la publicidad internacional.
El director del estudio, José María Casado, ha asegurado que el turismo presenta hoy nuevos fenómenos y problemas que deberían regularse de forma armónica, lo que cerraría las puertas a posibles incongruencias y conflictos, como está ocurriendo en materia de alquileres, transporte, saturación de espacios, turismofobia o gentrificación.
En su opinión, no valen las medidas fragmentarias e incompletas que no cuenten con la necesaria colaboración público-privada.
Asimismo, ha llamado la atención sobre el hecho de que poco más de la mitad de las empresas turísticas (231.653 sobre 408.461) tienen asalariados y solo 658 tiene más de 200 trabajadores, lo que prueba que se trata de un sector dominado por microempresas y pymes.
Según el catedrático, los descompensados y desiguales niveles de innovación entre empresas y actividades turísticas se deben precisamente a la reducida dimensión empresarial del sector en España que imposibilita importantes inversiones en este capítulo