La respuesta es, y no cabe la menor duda, que sí. Lo que van a ver a continuación sobrepasa el concepto que todos tenemos en mente del pequeño “jet privado” que el cine y la televisión de finales de los ochenta pusieron de moda en torno a la figura de los hombre de negocios de éxito o yuppies. Se trata de auténticos monstruos del aire con capacidad para cientos de personas al servicio de contados políticos, altos ejecutivos e influyentes personalidades.
Comenzamos con un aparato valorado en 130 millones de euros. Una cantidad que roza la idea de calderilla para el magnate ruso del petróleo y dueño del Chelsea Football Club de Londres, Roman Abramovich. Se trata de un Boeing 767-33AER, apodado como “Bandit”. Un imponente avión con capacidad para 300 personas transformado en gran parte de su superficie en una residencia familiar con gran cantidad de detalles en oro, maderas nobles de castaño y tecnología de última generación. Entre sus estancia destaca un salón comedor de gran lujo donde se pueden celebrar cenas de hasta 30 comensales con total comodidad.
Los 130 millones que ha pagado Abramovich saben a poco si los comparamos con los 450 millones que vale el Airbus 380 del Príncipe Al Waleed Bin Talal, de la familia real Saudí. Se trata del jet más caro del mundo y cuenta con tres pisos de altura y su interior ha sido totalmente modificado respecto a un modelo de serie de esta firma aeronáutica.
En su interior hay un garaje capaz de acoger hasta dos de los Rolls-Royce de la colección privada de este príncipe e inversionista internacional. Su interior parece sacado de una película de ciencia ficción con reminiscencias árabes donde el oro es el principal protagonista. En el centro de su cabina hay un trono de oro, así como una sala de oración especial en las que las alfombras giran de forma automática para que su usuario se encuentre siempre mirando a La Meca durante el rezo, independientemente de la latitud en la que se encuentre.
Para acabar vamos con otro juguete que alcanza los 400 millones de euros. Se trata del Airbus A340-300 del magnate de origen uzbeko, Alisher Usmanov. Aunque la cifra suene poderosa, es algo menor a los 545 millones que este señor se gastó en un nuevo yate de su flota que adquirió el año pasado. Pero volvamos a los cielos y al “Bourkhan”, apodo que recibe este avión en honor a la figura de su padre. Su tripulación es de 14 personas aunque su capacidad comercial es para 375 pasajeros. Cuenta con un escudo antimisiles de alta tecnología y su capacidad de vuelo es de 14.500 kilómetros sin tocar el suelo para repostar, es decir 2.000 kilómetros más que el diámetro de la tierra.