Una de las costas de la península ibérica más desconocidas y que alberga más secretos y sorpresas de las que imaginemos es el litoral del Algarve portugués. Si bien, la zona puede ser más conocida para el turismo nacional, no lo es tanto fuera de sus fronteras. Explorarla a fondo nos podría llevar mucho más, pero para hacernos una buena idea de ella os invitamos a visitarla durante 4 y 7 días, unas jornadas perfectas para poder sumergirnos en muchas de sus aguas y descubrir varios de sus innumerables rincones. ¿Nos lanzamos a la aventura?
La situación geográfica del Algarve le proporciona durante el verano gran número de horas de luz y su orografía un litoral hipnotizante que alterna altas zonas de acantilados con grandes calas de fina arena blanca. Encontraremos a lo largo de todo el litoral zonas de mar en calma, así como otras de gran oleaje, lo que le permite conjugar tanto la pesca como deportes acuáticos, que principalmente se dan en su parte más occidental.
En lo que se refiere al aspecto cultural, Portugal, como España, posee en su pasado histórico una fuerte influencia árabe debido a sus 8 siglos de ocupación, y esta región costera no será menos, pero también dispone de una personalidad propia, que se expresa en distintos aspectos, cultura, arquitectura, gastronomía…
Su nombre, Algarve, proviene de al-Garb, que significa literalmente “el Occidente” (refiriendose a garb al-Andalus, el occidente de al-Ándalus, ahora Andalucía), lo que actualmente es el sur de Portugal.
Comenzamos el viaje por el este.
Si accedemos en avión lo haremos al aeropuerto de Faro, sea desde allí o cruzando tierras andaluzas realizaremos el recorrido marcado desde la parte oriental para ir profundizando hacia el oeste.
La primera localidad en que os propondremos será Cacela Velha, una pequeña aldea junto al mar que dispone de gran encanto y serenidad tanto por sus casitas bajas y encaladas de blanco y marcos azules, como por las vistas al Parque Natural de la Ría Formosa.
Este parque natural se extiende por gran parte del litoral a lo largo de más de 18.000 hectáreas y se encuentra protegido del mar por cinco islas barrera (Isla Barreta o Isla Desierta, Isla de Culatra, Isla de Armona, Isla de Tavira e Isla de Cabanas) y dos penínsulas (la península de Ancão o Isla de Faro y la Península de Cacela).
A continuación, partiremos hacia Tavira, una localidad en la que a podremos saborear mucho más esos toques de la zona, calles empedradas y callejuelas con casas a 2 alturas y fachadas de azulejos pintados a mano. Una villa muy luminosa durante el día que al caer la noche se anima a través de sus mercadillos y fiestas de folclore que celebra durante todo el verano.
En su costa, Tavira dispone de inmensas playas de gran belleza, entre las que destacan algunas como la Praia Do Barril, a la que podremos acceder a través de un antiguo tren que hace un pequeño trayecto salvando la ría, o la Praia da Ilha de Tavira, a la que llegaremos tomando una pequeña embarcación para cruzar.
También podremos disfrutar en esa misma zona de la localidad pesquera de Olhao. En ella elegiremos pasear por su característico puerto y tomar un pequeño barco para explorar un poco más aún todos los islotes laberínticos paisajes de la Ría Formosa. Para comer o cenar, nos irá bien cualquiera de las genuinas marisquerías de la avenida principal, donde tendremos la oportunidad de degustar un delicioso arroz de marisco o las típicas “cataplanas” de la zona.
Un poco más hacia occidente encontraremos consecutivamente otras dos poblaciones de gran encanto, Faro y más adelante Albufeira, ambas cuentan con deliciosas plazas y edificios históricos y emblemáticos con claro sabor algarvense en su casco antiguo, pero también son testigo del crecimiento que el turismo de sol y playa ha proporcionado a la zona a través de nuevas grandes edificaciones alrededor de ellos. Podremos perdernos entre sus marañas de calles para descubrir sus esquinas y rincones, así como renovadas tiendas de souvenirs, pero aconsejamos consultar agenda de los mercadillos para poder hacer nuestras compras de artesanía más auténticas.
Tras algún pequeño descanso en alguna de las dos principales playas de Albufeira, la Praia dos Pescadores y Praia do Peneco, nuestro siguiente destino será Armançao de Pera, donde podremos disfrutar con los más pequeños de FIESA, un Festival Internacional de Arena que se instala de marzo a noviembre desde hace más de 15 años. Aconsejamos la visita al atardecer, cuando podremos apreciar las figuras de arena pero la iluminación también hará más mágica la inmensa instalación.
Si lo que deseamos es un poco de animación, sobre todo por la noche, podremos decidirnos por acercarnos a Portimao y Praia da Rocha, zonas de terrazas, bares y clubes en las que dispondremos de muchas más actividades dirigidas a un público más joven y ruidoso.
La zona oeste del Algarve.
Durante nuestras últimas jornadas visitaremos el extremo oeste de Algarve. La primera de las poblaciones que conoceremos es Lagos, una pequeña ciudad histórica, en su origen marinera, aunque actualmente muy turística, que destacará por sus típicas plazas y edificaciones a la vez que por su cercanía a Ponta da Piedade, un conjunto de acantilados de una belleza natural incomparable y uno de los paisajes costeros más impresionantes de Portugal.
Aunque desde la zona superior se disfruta de unas magníficas vistas de los acantilados, será desde la playa o el mar desde donde realmente apreciaremos la magnitud de su belleza. Recomendamos acceder a las playas de Pinhao, Dona Ana o Camilo a través de las distintas escalinatas que existes u optar por un Paseo en barco o Kayak durante el día explorando las caprichosas grutas, cuevas y arcos naturales que el viento y el mar han excavado en la roca.
Como última parada antes de llegar a la costa oriental accederemos a Sagres, una pequeñita villa casi en el extremo más occidental cuyo fuerte es un turismo mucho más alternativo que busca la práctica del surf y sus variantes. Aunque las playas más cercanas al pueblo son más concurridas y de público juvenil, como las de Beliche o da Mareta, en las que podremos observar la verdadera actividad surfera será tomando el litoral dirección al norte, en las playas de Ponta Ruiva, Cordoama, Amado o la inabarcable Bordeira.
Y si los días en la zona son una maravilla, las tardes serán inolvidables al contemplar los impresionantes atardeceres desde la Fortaleza y el Faro de Sagres mirando al Cabo San Vicente, todo un festival para los sentidos al que habrá que llegar bien abrigados pues el viento en la zona es fuerte.
Para finalizar la última jornada y nuestro viaje, y si aún nos quedan fuerzas, nos reservaremos algunos bailes al ritmo de música en directo en algunos de los bares de la avenida principal de Sagres.
Como vemos el Algarve portugués superará con creces nuestras expectativas y se adaptará a casi todo tipo de viaje que deseemos realizar, pues, sin tratarse de un turismo masivo ofrece soluciones y opciones para cualquier visitante.