La frustración, la desinformación, el miedo y la indignación han sido las sensaciones más habituales en esta jornada de protestas en el aeropuerto de El Prat (Barcelona), convertido este lunes en epicentro de las movilizaciones independentistas contra la sentencia del “procés”.
“Yo lo siento, pero no pienso volver a Cataluña. En su día me dio pena que los metiesen en prisión, pero no es tan grave como para hacer esto. Esto también es violencia de la que se quejan”, explica a Efe Ana, una turista mexicana, en referencia a los incidentes vividos a lo largo de la jornada en el aeropuerto.
Janice, venzolana, lee la prensa española en su móvil para -según dice a Efe- tratar de entender, sin éxito, por qué los jóvenes que han tomado el aeropuerto no les dejan seguir adelante.
“Será por qué soy venezolana, pero me extraña que la gente no esté más en pánico ante la falta de comida en los cafés”, comenta.
“Se les ha ido de las manos. Esto tiene difícil solución si nadie da su brazo a torcer”, dice Xandre, un padre de familia que gestiona como puede el hecho de haberse quedado sin vuelo y sin saber dónde él y los suyos pasarán la noche.
“Hemos andado más de 2 kilómetros bajo la lluvia con el carrito con mi hija de tres años y otro de 18 meses en brazos”, explica.
Los padres de los pequeños Xiana y Anton no saben si su vuelo en dirección a Santiago llegará a salir. Vueling no les ha dado ninguna solución, dicen.
Turistas nacionales e internacionales se muestran pacientes, aunque de vez en cuando alguien eleva el tono para echar en cara a los manifestantes -fácilmente identificables por sus símbolos y banderas- que busquen provocar el colapso.
Mientras se producen las cargas y los enfrentamientos, los turistas atrapados en la situación de crisis que les rodea buscan la manera de evitar el peligro.
Cuando se escuchan lo que parecen salvas de la policía, hay turistas que corren con los pasillos con sus maletas.
En los pasillos de acceso al aeropuerto, los viajeros intentan abrirse paso a través de las ‘barricadas’ tendidas por los manifestantes con carros portaequipajes.
El 14 de octubre de 2019 será, probablemente, una fecha que recordarán por la tensión vivida en primera persona.
Una noche muy larga
El Prat ha amanecido hoy con centenares de personas durmiendo en sillas o en el suelo de la terminal, en donde se ha abierto varias salas destinadas a los trabajadores para que los pasajeros puedan descansar.
En el aeropuerto también se pueden ver multitud de colas, tanto en los mostradores de facturación, como en los de reclamaciones, donde igualmente hay gente durmiendo, especialmente en el de Vueling, que ayer canceló un centenar de vuelos al ser la principal aerolínea que opera en el aeropuerto.
A los centenares de personas que ayer perdieron su vuelo se han sumado los viajeros que, tras conocer la situación, han preferido llegar al aeropuerto con mucha antelación.
A diferencia de este lunes, la presencia policial en el recinto es la misma que cualquier otro día y se puede acceder a su interior sin necesidad de enseñar la tarjeta de embarque, ni pasar controles policiales.
Durante esta noche los pasajeros han podido llegar a El Prat con normalidad, después del bloqueo que vivió ayer esta infraestructura por las protestas de independentistas y los enfrentamientos entre policías y manifestantes que colapsaron el recinto.
La protesta, que se saldó con unos 78 heridos, fue desconvocada antes de medianoche.