El café espresso, una de las tradiciones más arraigadas y extendidas en Italia, optará a ser patrimonio inmaterial de la Unesco el año que viene, una iniciativa presentada en la Cámara de los Diputados y que convertiría a esta bebida en el segundo alimento italiano protegido, tras la pizza.
Tomar un espresso es todo un ritual en Italia, y es que este café corto, concentrado y de aroma intenso, que consume el 95 % de la población, “está sujeto a severas reglas custodiadas por la comunidad”, según el Consorcio de Tutela del Café Espresso Italiano Tradicional, quien ha impulsado la candidatura a la Unesco.
El Consorcio, creado en 2014, se ha reunido esta semana en el Parlamento italiano con representantes de diversas fuerzas políticas, de derecha a izquierda, que han mostrado su apoyo a la iniciativa que busca “la promoción, valoración y tutela” del espresso tradicional.
Este café, normalmente vendido a un precio asequible, se toma rápidamente (de ahí el nombre de espresso) en la barra del bar y a cualquier hora del día, una costumbre que ha trascendido fronteras y ha situado al café como la segunda bebida más consumida del mundo, tras el agua.
El consumo anual per cápita en 2018 fue de 5,9 kilos por persona, un 5,3 % más que el año anterior, una cantidad que se dispara en el país más “cafetero”, Finlandia, donde se consumen 12 kilos por persona al año.
Las primeras máquinas para preparar el espresso se crearon en Italia a finales del siglo XIX, cuando solo lo consumía la burguesía iluminada y los intelectuales, que encontraban en las cafeterías un lugar de reunión y de libre intercambio de ideas.
Después del desarrollo de estas máquinas, muchas veces diseñadas por las firmas italianas más prestigiosas, el espresso se extendió por todo el país y se convirtió en una costumbre esencial para cualquier italiano.
El recorrido para llevar el café a la Unesco empezó en 2016, con la presentación de la candidatura en la comisión nacional del organismo, y ahora se ha anunciado que será en noviembre de 2020 cuando se decida si la bebida más italiana entra en la lista del patrimonio inmaterial protegido.
Otra gran aportación italiana a la gastronomía mundial, la pizza napolitana elaborada tradicionalmente, fue reconocida hace dos años como patrimonio inmaterial de la humanidad, una lista en la que se encuentran actividades tan diferentes como el flamenco o también desde hace poco, las Fallas de Valencia.