El chorro propulsado desde las emblemáticas fuentes de los jardines del Palacio Real de La Granja (Segovia) han comenzado a brotar hoy al paso de los 5.000 visitantes que han acudido a deleitarse con unos juegos de agua que perviven desde su construcción en el siglo XVIII.
En sus orígenes, entraban en funcionamiento de una en una, y lo hacían al paso del rey Felipe V, quien las mandó construir y hoy, con motivo de la festividad de Santiago, patrón del país y del arma de Caballería, ha sido una bandera de España, en sustitución del monarca, la que ha dado la señal a los operarios para que activaran el sistema hidráulico.
A las cinco y media de la tarde el agua ha brotado desde la primera fuente barroca del conjunto monumental, La Selva, y tras diez minutos en funcionamiento ha pasado el testigo a la denominada Carrera de Caballos.
Después ha comenzado el espectáculo en el Canastillo, Ocho Calles, Las Ranas, Baños Diana y, por último, La Fama, que impulsa el agua hasta una altura de 47 metros.
Todas ellas fueron elaboradas en plomo pintado, imitando al cobre, con detalles dorados, figuras y objetos que reflejan diferentes alegorías y escenas de la mitología clásica.
Año tras año los visitantes salen impresionados de esta mágica combinación de arte y agua y ello se debe a que en estas fuentes se ha logrado conservar y mantener la esencia del que fue “el mejor sistema hidráulico del mundo”, capaz de generar todavía hoy “un espectáculo único”, según el encargado en Patrimonio Nacional de las fuentes, Luis Vallejo.
Tal y como ocurría hace cerca de 300 años uno o varios operarios, en función de la fuente, se encargan de girar las palancas hasta que comienza a salir el agua, impulsada por la gravedad y sin ningún tipo de motor o tecnología.
Antes han tenido que permitir el paso por los catorce kilómetros de tuberías, de las cuales se conservan originales el 95 por ciento, y que son las encargadas de transportar el agua desde el estanque El Mar hasta cada una de las fuentes, detalla Vallejo.
Poder y audacia pretendía mostrar el rey con este conjunto de veintisiete fuentes que se caracterizan por su potencia, elegancia y la diversión que generan algunas de las más aplaudidas, como es el caso del Canastillo, alrededor de la cual reunía a la corte con su vestidos y peinados para mojarla con chorros que salen seis metros hacia los lados.
Por tercer año consecutivo ha corrido una fuente menos, siete de las nueve que componen el conjunto de tallas más espectaculares, y esto ha sido debido a que Los Vientos, tras ser repoblado su entorno, necesita unos meses de compactación antes de recibir de nuevo la avalancha de visitantes.
Asimismo, la Cascada Nueva está pendiente de la restauración de sus mármoles, una obra que se realiza cada cien años y que es lenta porque se están recopilando datos y estudios para poder extraer los materiales las canteras originales.
En ningún momento de la historia se han encendido las 27 fuentes debido al importante gasto de agua que supone ya que, por ejemplo, La Fama consume 2 metros cúbicos por segundo, lo que equivale, tal y como ha especificado el responsable, a dos bañeras grandes repletas de agua en tan solo un segundo, es decir, 1.200 bañeras en los 10 minutos que se encuentra en funcionamiento.
Esta tradición legendaria solo ha dejado de celebrarse durante determinadas épocas de la historia como la Guerra Civil o algunos momentos del franquismo. Ahora su reto es el de mantenerse como objeto de disfrute para miles de personas al año, pero sobre todo como ejemplo de conservación y difusión del patrimonio.
En la actualidad se puede disfrutar de estos juegos de agua tres veces al año, el 30 de mayo con motivo de la festividad de San Fernando, 25 de julio día de Santiago Apóstol y el 25 de agosto para celebrar San Luis, patrón del Real Sitio de San Ildefonso, aunque los miércoles, sábados y domingos de verano también se encienden cuatro de ellas