Las curiosidades de Alaska van más allá de los límites de la realidad, con su capital, Juneau, a la que, aunque parezca imposible, no se puede acceder por tierra. Así es, la capital del mayor estado de Estados Unidos se encuentra en un emplazamiento aislado donde tan sólo se puede llegar por avión o por barco.
Conocer Juneau es sencillo puesto que tan sólo tiene 75 kilómetros de carretera, donde ambos lados son sendos callejones sin salida. La ciudad en sí es un encanto que cautiva al visitante tanto por su arquitectura como su increíble emplazamiento, desparramándose desde las colinas hasta llegar al gélido mar.
Las Montañas costeras aprietan a Juneau junto al mar, pero no muy lejos de la ciudad su entumecido vecino, el glaciar Mendenhall, derrama sus improvisadas esculturas de icebergs en un recodo del lago que lleva su mismo nombre.
El río Mendenhall será el mensajero encargado de intentar llevar los errantes y efímeros vestigios glaciares hasta el océano mientras van derritiéndose por el camino. La naturaleza con sus diversas marchas por toda su geografía completan los atractivos de este sugestivo enclave, desconocido en casi todo el mundo.
Cada experiencia durante una travesía por esta tierra del sol de media noche es un mundo aparte, un espacio inimaginable dentro de lo que se podría pensar como un extenso pedazo de tierras cubierto de hielo, se presenta rodeado de belleza en el que millones de personas llegan a disfrutar de sus tesoros y de sus encantos naturales.
Alaska se extiende para todas las posibilidades, desde los deportes de aventuras, la escalada de glaciares, pasando por senderismo y la acampada, hasta los cruceros de lujo. Pero, no importa cual sea la opción del visitante, Alaska significa mas que ninguna otra cosa la libertad que sólo su increíble ecosistema representa.
La última frontera es la mejor descripción de una tierra, que por sus increíbles características nos deja realizar una aventura sin limites, una experiencia única que todavía hoy es posibles.