La conciencia medioambiental ha pasado en pocos años de ser poco más que una moda a convertirse en un punto central en cualquier negocio, incluso en los sectores aparentemente más alejados de cualquier práctica que pudiera ser lesiva para el medio ambiente se están implementando programas para que su huella climática sea aún más pequeña, con mucha más razón el resto de sectores, generadores de contaminación o consumidores de grandes cantidades de recursos, se ven cada vez más forzados a minimizar dicho impacto, tanto por la propia evolución de la mentalidad de los empresarios como por la cada vez más grande preocupación por parte de los consumidores, capaces de ser exigentes tanto en la calidad de los bienes y servicios que consumen como en los aspectos ecológicos de esos productos.
El sector hotelero ha sido, tradicionalmente, un gran demandante de recursos de todo tipo para su funcionamiento, destacando sobre todo su demanda de energía y agua. Resulta difícil imaginar el volumen de energía que requiere el funcionamiento de un gran hotel: iluminación, calefacción y aire acondicionado, agua caliente, depuradoras de piscinas, cocinas industriales y un largo etcétera. Del mismo modo, el gasto de agua es ingente: lavandería, cuidado de jardines y zonas verdes, duchas y bañeras, zonas de spa, piscinas y parques acuáticos… la lista es interminable. Desde hace muchos años se han vuelto comunes los avisos en los baños de las habitaciones que hacen un llamamiento a la responsabilidad individual de los huéspedes, haciéndoles conscientes de lo que supone el cambio de toallas diario, por lo que se solicita que si entienden que pueden ser usadas de nuevo las dejen colgadas en lugar de arrojarlas al suelo. Puede parecer un gesto nimio una toalla más que menos, pero si ese gesto se multiplica por todas las habitaciones de todos los hoteles a lo largo de un año, el volumen de agua y energía ahorradas en esos lavados puede ser realmente impresionante.
Más allá de esa colaboración que se solicita a los clientes, los hoteles también están centrados en implementar planes para disminuir su impacto ecológico que cada vez son más ambiciosos, con el objetivo final de llegar a un impacto cero. Instalación de placas solares, circuitos para el reciclaje de agua (por ejemplo que el sobrante de las habitaciones, una vez tratada, sirva para el riego de los jardines), sistemas de iluminación y climatización eficientes, control sobre los excedentes de comida, uso de elementos de transporte eléctricos: todos estos aspectos y muchos más son cada vez más importantes en la organización de cualquier establecimiento hotelero.
BlueBay, como no puede ser de otro modo, lleva años empeñada en conseguir que todos y cada uno de los servicios que oferta lleven aparejados un impacto mínimo en el medio ambiente. Nuestros hoteles realizan continuos esfuerzos de estudio y mejora para lograr situarse en la vanguardia de las innovaciones medioambientales, ofreciendo a nuestros clientes la tranquilidad de que su estancia en cualquiera de los establecimientos de esta cadena supone un impacto mínimo en el planeta.
Porque la responsabilidad de cuidar lo que nos rodea debe ser un objetivo de todos.
Redacción
Antonio González