Os proponemos un recorrido por dos de los enclaves más mágicos del norte de África. El encanto rural de otro tiempo de Chauen y la solemnidad e historia de una urbe que hunde sus raíces en la época más gloriosa del reino alauita como es Fez.
Comenzamos la aventura marroquí en Chauen, también conocida como Chefchauen, El Aaiún o incluso Xauen. Hablamos de una pequeña población situada al noroeste del país, en las estribaciones de la cordillera del Rif, no muy lejos de Tetuán. Podríamos delimitar su ubicación en la región de Tánger-Tetuán-Alhucemas.
El mayor atractivo de Chauen es perderse por sus calles. Abandonarse al tempo que se vive en el lugar y pasear con tranquilidad sin mirar el reloj por sus calles teñidas de un intenso azul. Sus acogedores habitantes te lo recordarán a las primeras de cambio: “prisa mata amigo, prisa mata”.
Se trata de una visita absolutamente sensorial lleno de aromas, sabores y color. Es difícil recorrer todos sus rincones pero es básico patear su Medina, la plaza Hamman, la Gran Mezquita, la Casba o los famosos y pintorescos lavaderos del pueblo.
Otro de los puntos interesantes es perderse por el antiguo caravasar, ocupado en la actualidad por pequeños comercios y artesanía marroquí. Debes perder algunos minutos regateando en alguna tienda de alfombras, artesanos del hierro y, como no, de un cuero de intenso olor y magnífica calidad.
A unos 200 kilómetros al sur de Chauen, lo que se traduce en unas tres horas de carretera marroquí, se encuentra la imponente Fez, una de las cuatro ciudades llamadas “imperiales” junto a Marrakech, Mequinez y Rabat.
Fez es la tercera ciudad en importancia del país tras Casablanca y Rabat. Además es considerada como el principal centro religioso y cultural de la nación gracias a poseer uno de los centros de estudios universitarios del árabe y el islam más antiguos de todo el continente.
Pero sin duda, su mayor atractivo es su medina, llamada Fez el-Bali, la mayor zona peatonal de todo el planeta. Un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981. Un auténtico laberinto que te transportará a otro tiempo. Imprescindible visitar la curtiduría Chouwara, en pleno corazón de la medina. El espectáculo es sobrecogedor, infinidad de fosas repletas de tintes naturales para la coloración del cordero, la cabra, el buey y el camello. Eso sí, el olor es absolutamente nauseabundo, no podrás quitártelo de la cabeza durante días… Avisados estáis.
Otros puntos interesantes de la ciudad son Fez el –Jdid, la zona nueva, donde se ubica la Mellah o barrio judío, y la Ville Nouvelle, o ciudad nueva, construida durante la colonia francesa.
También recomendamos una visita a Volubilis, la ciudad romana mejor conservada de todo Marruecos. Está a tan solo una hora coche de Fez, al norte de la vecina Meknes (también conocida por su tradición vinícola) en la sierra de Zerhun. Prepara la cámara porque las estampas con los viñedos de fondo son espectaculares.