Como el engranaje de un reloj suizo. Así funciona La Nava del Barranco, una finca de caza ubicada dentro del término de Castellar de Santiago, en Ciudad Real y que ofrece un novedoso concepto de hospitalidad en España.
La casa principal cuenta con 16 habitaciones dobles en-suite en las que todo está pensado al detalle. Están decoradas fusionando a la perfección el estilo rústico y la tecnología garantizando el máximo confort.
Nada se deja al azar. Todas ellas tienen unas magníficas vistas a la sierra y sus baños, con una majestuosa bañera y una moderna ducha aparte, están equipados con amenities de primeras marcas para cualquier necesidad.
La paz y la tranquilidad se respira en todos sus rincones. Pero no debemos confundirnos, La Nava no es una casa rural al uso, ni un hotel, ni una finca particular. Es todo eso y mucho más.
La finca se comercializa como “un todo” que los afortunados clientes pueden contratar por noches y que tiene sus propias normas. Y en este nuevo concepto radica su encanto y originalidad. Una vez el grupo de visitantes ha llegado al lugar (aceptan grupos con un mínimo de seis personas) estos no tendrán que preocuparse de nada.
Atención al detalle
A su disposición queda un grupo de profesionales, el servicio de la casa, que cumplirán todos y cada uno de sus deseos. Experimentados cocineros, detallistas amas de llaves y camareras de pisos, masajistas opcionales a su servicio…todo en un ambiente de familia bien avenida y atenta.
Y cuando decimos detallistas nos referimos al más amplio concepto de la palabra. Para muestra un botón: a la hora del almuerzo o de la cena la comida, elegida previamente por los comensales entre una amplísima selección, la vajilla refleja motivos que van a juego con el uniforme del personal.
Usted debe sentirse como en su propia casa y por ello hay cosas que a primera hora pueden resultar curiosas. En su habitación no encontrará (salvo si lo desea) televisión alguna y si le entra un ataque de hambre a medianoche no se espera que acuda a hacerse un sándwich a la cocina.
Una comodísima sala de cine soluciona el tema de la televisión y las películas mientras que el citado sándwich será elaborado por el personal en cualquier momento.
Mención aparte merecen las dos piscinas “infinity pool” que se asoman con elegancia a la sierra y el solárium lateral en el que coger bronceado.
Y no tema sufrir un antojo. De hecho en La Nava tienen un leit motiv “Lo imposible lo conseguimos en el momento, para los milagros denos cinco minutos”.
Presumen de no decir “jamás” que no y de haber conseguido todo lo que sus clientes le han solicitado.
El salón principal con enorme terraza de orientación sur y el salón- biblioteca les ofrecen toda la comodidad necesaria para largas tardes de relax, lectura o charla. Los más pequeños cuentan con su propia sala de juegos, mientras que los amantes de la paz cuentan en el spa con su gran aliado. Sauna, hammam y cabinas de masaje le llevarán al éxtasis.
La Nava se perfila además como una selección perfecta para el turismo de reuniones. ¿Qué mejor que llevar a sus empleados a este paraíso en el que las ideas fluyen más claramente? Una sala de reuniones equipada con proyectores y mesas de trabajo hará que sus objetivos sean un éxito.
Gastronomía
La gastronomía es otro de los pilares de La Nava. La mejor materia prima siempre obtenida a través de proveedores locales, piezas de caza, recetas tradicionales… el chef y su equipo harán que espere con impaciencia cada hora del almuerzo y cena.
La cena en La Nava es, además, todo un acontecimiento. Tiene lugar en el comedor principal que está cuidadosamente adornado e iluminado y cuya mesa luce una puesta en escena en la que vajillas, arreglos florales y aromas le harán trasladarse a otro mundo.
Especial mención merecen sus famosas “comidas campestres” que se desarrollan en parajes idílicos en los que el equipo monta una cocina portátil, aseos y por supuesto una muy cuidada mesa. A su llegada un mayordomo le ayuda a enjuagarse las manos en una pila ‘vintage’ dando paso al homenaje gastronómico.
Llegada en jet privado
Los exclusivos clientes de La Nava llegan a la finca en jet privado. Un lujo al alcance de pocos que es posible gracias a que cuentan con su propia pista de aterrizaje situada a unos diez kilómetros de la casa principal.
El mundo de la caza
Durante cinco meses al año La Nava está tomada por cazadores. Se trata de uno de los primeros destinos a nivel mundial y su exclusividad es tal que durante la temporada alta hasta un centenar de empleados ocupan la casa y sus alrededores para que nada falle. Jabalíes, ciervos (muy recomendable disfrutar de la experiencia de La Berrea) y linces campan a sus anchas y crecen en número gracias los numerosos cuidados que se les dispensan durante todo el año.
Otro de los acontecimientos más destacados es el ojeo de la perdiz diseñados con tiradores de gran experiencia.
El resto del año en La Nava reciben todo tipo de grupos y clientes.
Repercusión en el entorno
Sin duda uno de los grandes beneficiados de toda la actividad que genera La Nava es el pueblo al que pertenecen, Castellar de Santiago. Desde el frutero del pueblo que tramita y vende los pedidos más exóticos, hasta el pescadero que encarga los ejemplares de pescado o marisco más salvajes pasando por fontaneros, carpinteros o herreros, todos trabajan para La Nava.
Algo que ha supuesto un revulsivo para un pueblo localizado en un área con pocas salidas laborales.
El personal “fijo” de la casa también se muestra agradecido. Una continua búsqueda de la excelencia lleva a que los propietarios, una familia discreta que huye de los focos, inviertan en ellos formándolos continuamente. Como ejemplo, mencionar que a los jefes de equipo se les envía cada año un mes al extranjero para hacer un curso de inmersión lingüística, mientras que el resto del personal recibe clases de inglés durante todo el año.
Un idioma muy necesario ya que la práctica totalidad de sus clientes vienen de fuera de España.
Unos clientes que valoran sobre manera la discreción. En múltiples ocasiones los medios han tratado de obtener los nombres de los afortunados huéspedes e incluso se han publicado personalidades que jamás han pisado La Nava. Pero ellos no se molestan en desmentirlo. Son profesionales de la excelencia.