Hoy en día viajar sin inmortalizar cada nanosegundo de tu experiencia turística es casi inconcebible. Este nuevo dogma viajero se instala incluso hasta en los momentos de máxima acción. La respuesta más versátil e eficaz para captarlo llegó hace ya algunos años y lo revolucionó todo. Su nombre es GoPro y estos son algunos consejos para sacarle un buen partido.
Quizás su principal seña identificativa es su tamaño. No es necesario llevar kilos de cámara, objetivos, complementos, baterías de emergencia, etc. Su peso es inferior a los 90 gramos y su objetivo abarca 170 grados. También monta un ojo de pez de casi 180 grados. Es alta tecnología en la palma de tu mano.
Es interesante tener en cuenta que tampoco tenemos que abusar de ella, tiene sus momentos y sus espacios bien definidos para poder obtener un material interesante. Desde que el modelo Hero4 salió al mercado, con pantalla trasera, la pulsión de sacarla a pasear en cada momento es poderosa pero mucho ojo al respecto. No tiene zoom, su focal es fija. Su capacidad para fotografías no es la mejor del mercado aunque en un selfie te quepa una manada de ñus. En movimiento es perfecta y bajo el agua con buena luz es impresionante.
Tampoco olvides que su micro no es excesivamente bueno y su batería vuela mucho más rápido que una cámara compacta habitual o réflex. Cuando el sol se va no es precisamente la mejor opción, olvídate de llevártela para documentar la acción nocturna. Genera mucho grano y consigue imágenes con poca definición por la noche. No es su momento.
Su principal fuerte es capturar el movimiento junto a sus múltiples accesorios y anclajes, aunque con diferencia, lo mejor para captar la acción con un buen encuadre es el Gimbal, un “palo” que ajusta automáticamente la cámara si detectará algún movimiento brusco. En la actualidad su último modelo es la GoPro Hero5 Black, todo un pequeño “misil”.
¿Dónde deberías tirar sí o sí de ella? Por supuesto haciendo deporte bajo el agua, sobre una tabla de surf, haciendo rafting con la cámara fijada sobre la cabeza o en la proa de un kayak. Haciendo senderismo, con el accesorio de acople al pecho o con palo.
Los grandes clásicos son los que son: durante una sesión de paracaidismo, en bicicleta en el manillar, en deportes de invierno y conduciendo con la fantástica ventosa que se adhiere a cualquier parte del coche.
Más allá de estos consejos, la imaginación es la que manda… Hazla volar…