Las pirámides más viejas y desconocidas de Egipto se esconden al sur de Guiza

Las pirámides más viejas y desconocidas de Egipto se esconden al sur de Guiza

Unos 30 kilómetros al sur de las famosas pirámides de Guiza, se encuentran las menos conocidas de Dahshur: fuera del circuito turístico masivo, son de las más antiguas de Egipto y muestran la evolución en la construcción de estos monumentos hasta llegar a tener una forma triangular perfecta.

Después de haber sido acondicionadas, los visitantes ya pueden acceder al interior de la pirámide Roja y de la pirámide Acodada por un módico precio de 60 libras egipcias (poco más de 3 dólares ó 3 euros), pero lo que no tiene precio es disfrutar de estas imponentes moles en medio del desierto y con la única compañía del sol abrasador.

Beatriz Pérez, una turista española, asegura a Efe que las pirámides de Dahshur “transmiten una energía totalmente distinta a las otras”. “Nos ha traído un guía estupendo, no hay gente y estamos nosotros solos aquí, es fantástico”, agrega.

El faraón Seneferu, el primero de la IV Dinastía (2613 – 2494 a.C.) fue quien mandó a construir las pirámides Roja y Acodada, y se cree que una tercera, antes de que su hijo Khufu, conocido como Keops, ordenara levantar la majestuosa Gran Pirámide, que le robó protagonismo a sus predecesoras menos perfectas.

La pirámide Acodada o Romboidal, la más antigua, es la única que mantiene parte del revestimiento original de piedra caliza, pero su estructura no era del todo triangular.

Mientras, la pirámide Roja, construida posteriormente, fue la primera con caras perfectamente triangulares y lisas, aunque todavía tenía un aspecto achatado; es de arenisca y recibe su nombre de las piedras de este color colocadas en la entrada.

Según Tareq Fati, que acompaña a turistas hispanohablantes a visitar el sitio arqueológico de Dahshur, la importancia de estas pirámides es que se encuentran en pleno desierto, tal y como estaban las de Guiza hace miles de años, antes de que El Cairo las engullera en el S.XX.

Para los turistas que no sufren claustrofobia y que quieren vivir una experiencia diferente, entrar en las pirámides Roja y Acodada puede ser incluso más interesante que la Gran Pirámide, porque su interior está iluminado y se pueden apreciar sus pasadizos y cámaras con detalle.

Tanto en la Roja como en la Acodada, a dos kilómetros de distancia, el acceso se realiza a través de un túnel por el que se procede agachado durante varios minutos, con la ayuda de un pasamanos, por lo que conviene vestir ropa cómoda.

En la pirámide Roja, se puede llegar hasta la última cámara, donde el turista puede imaginarse la presencia de la momia del faraón debido a un fuerte olor a amoníaco. Una plataforma de madera en medio de la estancia permite observar las paredes rocosas del interior de la cámara, donde se cree que estuvo el cuerpo de Seneferu.

La incursión en la pirámide Romboidal es diferente y sorprendente, ya que al acceder se puede notar una bocanada de aire fresco al comienzo del largo túnel, que se ensancha progresivamente conforme avanza hacia las entrañas del monumento.

Tras el primer túnel, hay una escalera de madera que da acceso a una cámara, donde a su vez hay otra escalera que comunica con un pasadizo por el que es necesario pasar gateando y, tras volver a ponerse de pie, los visitantes tienen que girar a la izquierda, subir una empinada escalera que da acceso a una plataforma desde la que se observa la última y mayor cámara.

En ambos casos, para salir de las pirámides hay que volver a recorrer el mismo camino y los que salen advierten a los que entran de lo que les espera, mientras los guardias de las entradas esperan ansiosos para recibir sus propinas.

En el sitio de Dahshur, también se encuentran las pirámides de Amenemhet II y Sesostris III (ambos de la dinastía XII, 1985 – 1795 a.C.), y la Pirámide Negra, pero no se puede acceder a ninguna de ellas porque la estructura es inestable.

Aparte de los antiguos monumentos, no hay sino arena y un quiosco para comprar las entradas junto al puesto de control de la Policía turística, pero ni un sólo vendedor de souvenirs o agua, ni los agobiantes jinetes que en las pirámides de Guiza ofrecen un paseo en camello, caballo y calesa.