La naturaleza interior de España corre el peligro de que se cometan los “mismos errores” que en la costa debido a la “nueva tendencia” de acudir a parques, reservas o lugares con “alta protección medioambiental”, ha advertido en una entrevista con Efe el presidente de la Fundación Ecoagroturismo, Severino García.
Uno de los riesgos del ecoturismo, concepto que se ha puesto “de moda” en la actualidad, pasa por acercarse al entorno natural “sin preparación ni concienciación”, una predisposición que, según García, puede provocar unos “impactos mayores” que los acaecidos en el litoral, pues se trata de “unos recursos frágiles y muy valiosos”.
A pesar de que en este tipo de ocio sostenible aún no se han alcanzado unos niveles de masificación como en el caso del litoral, existen algunos lugares “más concurridos” que pueden generar “un descontrol si no cambiamos el modo que tenemos de aproximarnos a ellos o de consumir turismo”.
En este sentido, ha citado Asturias, una comunidad donde “la obsesión por ver osos puede derivar en aglomeraciones” y, además, la presencia de coches y de gente originan un “gran daño”, tanto para la vida como para el medio de los animales que habitan en territorios silvestres.
Entre las zonas más perjudicadas debido al “creciente interés por la naturaleza”, se sitúan aquellas en las que “todavía hay presencia de una fauna salvaje tradicional”, entornos en los que el comportamiento animal “va cambiando en función de la presencia y de la actitud humana”.
Para combatir esta situación, la Fundación Ecoagroturismo ha elaborado un decálogo que pretende promover unas vacaciones “responsables” y sensibilizar sobre el deterioro que ocasiona la afluencia de personas en los espacios naturales, así como “llamar la atención” sobre la ‘España vacía’, otro de los peligros que afectan al medio rural.
Las áreas que “más apuestan” por el turismo rural, ha declarado, corresponden a aquellas que albergan “una riqueza en biodiversidad”, como en el norte de España, desde Galicia a Cataluña, destinos donde “aún hay constancia de vida natural” y, al mismo tiempo, “conservan el atractivo verde”.
Un nuevo concepto vacacional, antes demandado sobre todo por ciudadanos extranjeros, que “desde hace alrededor de siete años atrae cada vez más al público nacional”, ha explicado García, quien especifica que se trata de “españoles que buscaban destinos fuera y ahora los encuentran aquí en casa”, pues “ofrecen una implicación con el entorno natural”.
Una “relación auténtica” que lleva a una persona a decantarse por una zona “que esté comprometida con el medio ambiente y sea pura”, pues “no se trata de un producto turístico al uso”, sino de un estilo y un proyecto de vida familiar que trabaja para que “en su pequeño mundo se hagan las cosas de otra manera” y para que “la gente se integre durante el tiempo de recreo”, ha declarado.
Todo ello, ha dicho, debido a un cambio de conducta motivado por una crisis climática que, a su juicio, “ya no es vista como un problema lejano”, además de por un efecto mediático que “todavía no alcanza el grado de concienciación necesario para evitar ciertos riesgos”, porque la conciencia, los hábitos y las costumbres “van mucho más despacio que las tendencias”.
Unos perjuicios que preocupan a los profesionales que trabajan en el sector rural y que viven de él, dado que “llevamos muchos años apostando no sólo por una economía orientada hacia el turista, sino por una forma de vida”, ha asegurado Severino García.
Este profesor de francés asturiano, hijo de emigrantes en Suiza, volvió a su tierra para dedicarse a la actividad turística rural y aplicar “conceptos que ya se estaban asentando en otros países europeos en los años ochenta y noventa”.
En definitiva, un retorno hacia el medio rural protagonizado por personas formadas en la ciudad que “regresan al pueblo de donde partieron hace 10 ó 15 años para estudiar”, con la intención de poner en marcha una iniciativa relacionada con el ocio y el turismo desde un “compromiso medioambiental”