La generalización del uso de internet en el mundo laboral nos ha traído muchos cambios en muy poco tiempo. En mayor o menor medida, casi todos los sectores productivos se han visto afectados por la evolución que la tecnología ha venido provocando en los últimos años, y la previsión es que esa evolución vaya a más, sobre todo provocada por la irrupción de la Inteligencia Artificial y el inmenso mundo de posibilidades (e inquietudes) que acarrea, tanto es así que ya incluso los poderes públicos están tratando de regular esa nueva realidad, como hemos visto recientemente en el Parlamento Europeo con la aprobación de la primera ley específicamente destinada al uso y control de la IA.
Una de las consecuencias, quizá inesperadas, que nos han traído las nuevas potencialidades asociadas al mundo de internet es la reciente aparición de un conjunto de trabajadores englobados bajo el concepto de “nómadas digitales”: aquellas personas que, por las características específicas de su puesto de trabajo lo pueden desarrollar en cualquier punto del planeta, tan solo con disponer de un terminal conectado a la red. Esa movilidad se vio acelerada, asimismo, por las limitaciones que impuso la pandemia de Covid, cuando miles de empresas se vieron obligadas a seguir funcionando manteniendo a sus trabajadores lejos de las oficinas, lo que demostró que el uso del teletrabajo a gran escala no solo era posible si no que, en muchas ocasiones, redundaba en una mayor productividad y un aumento de la satisfacción de los empleados.
Esa realidad es la que ha provocado la aparición de los ya mencionados nómadas digitales, personas que pueden desarrollar su carrera profesional sin tener que estar vinculados a un lugar físico concreto, por lo que pueden vivir en cualquier lugar del mundo e incluso ir cambiando su residencia en función de múltiples variables: condicionantes familiares, posibilidades de formación, nivel socioeconómico del entorno elegido, incluso el simple hecho de querer conocer en profundidad culturas a las que se han mantenido ajenos hasta ahora.
Y muchos de esos nómadas, en lugar de buscar residencias estables mediante operaciones de compra o alquiler, optan por hospedarse durante periodos más o menos largos en establecimientos hoteleros, lo que les permite verse libres de cualquier tipo de tarea doméstica y una gran movilidad a la hora de realizar nuevos traslados. Tal es así que incluso encontramos que muchos hoteles están prestando una gran atención a esta nueva categoría de clientes, mejorando sus conexiones a la red para ofrecer una línea segura y de máxima capacidad, adaptando las habitaciones para que cuenten con espacios de trabajo cómodos, instalando salas con equipamientos para conferencias virtuales y ofreciendo cualquier otro tipo de suplemento que venga a facilitar la vida y el trabajo de estos huéspedes, que, entre otras grandes ventajas, ofrecen una que sobresale sobre las demás: la desestacionalidad de su hospedaje. Mientras que muchos hoteles e incluso zonas turísticas completas solo tienen una clientela amplia durante un determinado periodo del año (las zonas de playa, por ejemplo, que solo están orientadas a las estaciones con buen tiempo), los nómadas digitales buscan alojamiento durante todo el año, lo que bien orientado puede permitir que determinados establecimientos salven meses que de otra manera pudieran ser deficitarios o, incluso, que obligaran a su cierre, con la vista puesta a una reapertura solo por la temporada alta.
En resumen, nos encontramos ante una nueva realidad que no hace mucho tiempo podía parecer poco menos que ciencia ficción y que cada día se vuelve más presente, indicando lo que sin lugar a dudas podrá ser la tónica general del mundo del trabajo de aquí a no demasiado tiempo.
Redacción Lookout
Antonio González