Más de la mitad de las playas de Florida son propiedad privada y por más que en muchas de ellas se permita o consienta el acceso del público, existe el riesgo de que los amantes del sol y del mar acaben, como Adán y Eva, expulsados del paraíso.
Una nueva ley estatal sobre propiedad privada que entrará en vigor este 1 de julio establece cambios en la manera en que los municipios de Florida pueden actuar para garantizar el acceso del público a las playas, un asunto de mucha importancia para un estado en el que el turismo es la industria número uno.
En 2017 un récord de 116,5 millones de turistas nacionales e internacionales, un 3,6 % más que en 2016, visitaron Florida.
Este estado peninsular y sureño cuenta con costas al océano Atlántico y al Golfo de México y se asoma al Caribe por sus famosos y pintorescos cayos, y sus playas, que en conjunto tienen una extensión de 825 millas, son un potente imán para turistas.
Significativamente la Corte Suprema de Florida determinó en 1974 que “probablemente no haya una costumbre más universal, más natural y más antigua, en las costas marítimas no solo de EE.UU., sino del mundo, que la de bañarse en el agua salada del océano y disfrutar de toda esta experiencia recreativa al completo”.
A pesar de que algunos medios han visto en la sección dedicada a las playas (la décima) de la nueva ley HB631 un intento de restringir el acceso del público a esos apetecidos lugares, la legisladora demócrata en el Congreso de Florida y abogada Katie Edwards Walpole asegura a Efe que es todo lo contrario.
“El propósito de esta ley es proteger el acceso público a playas privadas que históricamente han sido disfrutadas por el público para usos tradicionales por cientos de años”, subraya Edwards Walpole, redactora de la sección décima de la ley y asesora de la firma legal Saul Ewing Arnstein & Lehr.
En una playa privada sus propietarios pueden pedir a las personas que se vayan o acusarles de haber entrado ilegalmente.
Eso rige nada más para el área de arena seca situada delante de las casas, condominios u hoteles en primera línea de playa, pues lo que va desde la línea de la marea alta hasta el mar, el espacio de la arena húmeda o mojada, es público.
Pero comprensiblemente es en la arena seca donde a la mayoría de la gente le gusta instalarse en una playa, por lo que algunas autoridades municipales han recurrido desde hace décadas a ordenanzas basadas en la costumbre de uso para ampliar la zona pública de las playas.
A partir de esta nueva ley no podrán hacerlo de manera autónoma sino que deberán seguir un mecanismo legal, que, según explica Edwards Walpole, comprende celebrar “audiencias públicas, obtener el consentimiento de todas las partes involucradas y conseguir la aprobación de un juez”.
“Esta solución -agrega- evita una toma hostil de la propiedad privada de un propietario y al mismo tiempo brinda a las personas acceso público a nuestras playas. Con esta solución, todos ganamos.”
La fundación Surfrider, dedicada a promover el surf, señala sobre la nueva ley que mantiene intacto el derecho consuetudinario a acceder a las playas y que, a pesar de que el nuevo mecanismo legal es más complejo, no parece que vaya a impedir que las ciudades y condados protejan el acceso del público a las playas.
El especialista en playas Stephen Leatherman, conocido como “Dr. Beach” (Doctor Playa), tampoco está preocupado por la nueva ley.
“La gente viene a Florida para relajarse, descongelarse y disfrutar de un horizonte de 360 grados. Florida es sol, playas y palmeras y a este estado llegan más estadounidenses de vacaciones que a ningún otro”, señala a Efe “Dr. Beach”, que es autor de una lista anual de las mejores playas de Estados Unidos.
Leatherman indica que, aunque Orlando, la ciudad de los parques temáticos, es el principal destino turístico de Florida (72 millones de visitantes en 2017), “el dinero real está ubicado en las costas” del estado.
Este año Dr. Beach solo incluyó dos playas de Florida en los primeros diez puestos de su lista, que está encabezada por Kapalua Bay Beach, en Maui (Hawai).
En el tercer puesto esta Grayton Beach, en el llamado “panhandle” (el mango de la sartén), la zona del noroeste de Florida, y en el número siete está la playa del parque estatal de la isla Caladesi, en Clearwater (costa oeste de Florida). EFE