Una medusa diminuta pero altamente venenosa ha sido detectada cerca de la isla de Fraser, en el este de Australia, y su desplazamiento amenaza las zonas turísticas del litoral del país oceánico, informó ayer la prensa local.
Se trata de la medusa Irukandji (caurukia barnes), cuyo cuerpo tiene un diámetro que puede medir centímetros pero que con los tentáculos extendidos alcanza cerca de un metro, y cuya toxicidad es unas cien veces mayor que el veneno de una cobra.
Este invertebrado se desplaza por la costa del estado de Queensland, en el noreste de Australia, y que hay “poca duda” de que alcance las turísticas playas de Sunshine Coast y Gold Coast, aseguró el toxicólogo Jamie Seymour.
“Provocaría el cierre de playas y colapsaría el turismo“, alertó el experto a la agencia local AAP.
La medusa fue vista el domingo por la organización de salvavidas Surf Life Saving Queensland en aguas de la isla Fraser.
El gerente regional de la entidad, Craig Holden, instó a los bañistas a permanecer fuera del agua hasta que pasen las condiciones de humedad y calor que favorecen la propagación de la medusa, y a llamar a emergencias en caso de picadura.
“No queremos causar un pánico generalizado, pero es importante actuar con cautela y poner la seguridad como una prioridad”, dijo Holden.
La organización reforzó su plan de respuesta a las picaduras de esta medusa con rastreos diarios para detectar su presencia tras una serie de incidentes a finales de 2016 y principios de 2017, cuando se registraron al menos diez casos.
La medusa causa el llamado síndrome Irukandji, documentado por primera vez por Hugo Flecker en 1952.
Este incluye calambres en las extremidades, dolor intenso en la espalda y los riñones, sensación de ardor en la cara y la piel, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, palpitaciones, sudores y cambios en la presión arterial, entre otros síntomas.