Pekín prepara una ambiciosa obra de restauración de las tumbas de los emperadores Ming, que se encuentran en las afueras de la ciudad, y que implicará desalojar de la zona a 15.000 personas, muchas de ellas descendientes de los antiguos guardianes de esos mausoleos.
Según informa el diario South China Morning Post, estos desalojos se ven como necesarios para poder adaptar la zona a los estándares de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que incluyó estas tumbas en la lista de Patrimonio Mundial en 2003.
El plan general de renovación incluye rodear las tumbas, en las que descansan los restos de 13 emperadores y 23 emperatrices del periodo Ming (1368-1644), de un muro de 80 kilómetros, y abrir todas al público (actualmente sólo se pueden visitar tres).
Los 15.000 afectados por la obra serán trasladados a una “comunidad ecológica”, explicó el jefe del distrito pequinés de Changping (donde se encuentran las tumbas), Zhang Yanyou, quien defendió que la medida beneficiará a los mismos desalojados.
“Ahora no pueden hacer obras de renovación de sus actuales casas (debido a las estrictas leyes del Patrimonio Mundial) y no tienen ninguna fuente de recursos”, explicó Zhang, mientras el diario recordó que cuando China solicitó la inscripción de la UNESCO en la lista ya se comprometió a la reubicación de sus pobladores.
En la actualidad los residentes de la zona, muchos de ellos campesinos, viven en 16 aldeas diseminadas en un área de 87 kilómetros cuadrados en la zona de las tumbas, un importante destino turístico de Pekín que se encuentra a unos 50 kilómetros al noroeste de la capital.
Las tumbas también guardan los restos de dos princesas y 30 concubinas del periodo Ming, así como el cuerpo del último emperador de esa dinastía, Chongzhen, que cometió suicidio.
En abril del pasado año se reveló que dos candelabros en la tumba de Chongzhen habían sido robados en 2016 y las autoridades habían intentado ocultar la desaparición.
Aunque finalmente los objetos fueron recuperados con la detención de los ladrones, el caso encendió alarmas y despertó dudas sobre la administración y preservación de las tumbas.