El vino es uno de las bebidas que han estado más presentes a lo largo de la historia. Existen evidencias de una producción que data del 4.100 a.C en Armenia mientras que se cree que la tradición occidental de beberlo se ubica en la Grecia clásica donde lo consideraban un alimento imprescindible en el desayuno. Los romanos también adoptaron este amor por el vino y su crecimiento en diferentes regiones fue progresivo hasta que en el siglo XV se expande por toda Europa.
El vino, a lo largo de los siglos, ha sido considerado además como una muestra de la clase social de la persona que lo poseía siendo en la revolución industrial cuando la creciente clase media pudo tener acceso a él.
Los expertos consideran que la época dorada de este líquido se dio entre los años 1810 y 1875 cuando las estructuras legales comenzaron a facilitar el crédito y la inversión. Además el acuerdo de libre comercio firmado entre Francia y el Imperio Británico supuso la eliminación casi total de los aranceles. Fue precisamente en este periodo cuando se descubrió la que a día de hoy se considera la botella de vino más antigua del mundo. Fue encontrada cerca de la ciudad de Speyer (Alemania) en la tumba de un noble romano y se calcula que fue producido en torno al 350 d.C.
La botella fue analizada por un químico durante la Primera Guerra Mundial si bien nunca ha sido abierta. Desde hace años la comunidad científica internacional debate sobre si la botella debe o no abrirse y existen dudas sobre si el líquido aún puede ser bebido.
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