La compañía de cruceros Pullmantur no permitirá embarcar a los pasajeros que hayan estado en China o Hong Kong, según ha explicado el consejero delegado de la compañía, Richard Vogel, que ha dicho también que por el momento la extensión del coronavirus no está afectando a las reservas.
En un encuentro con medios de comunicación, Vogel ha avanzado que en 2020 los ingresos de la compañía caerán un 20 % porque operarán con tres barcos, uno menos de los que han estado activos en 2019. En 2021 entrará en servicio un nuevo buque con el que aumentarán la capacidad en un 30 %.
En relación con la pandemia, la empresa está siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Asociación Mundial de Líneas de Cruceros (CLIA), así como de la matriz Royal Caribean -que por el momento ha salido del mercado chino- y realizan también procedimientos de inspección a bordo.
Pullmantur -cuyos accionistas son el fondo Sringwater, con un 51 %, y Royal Caribbean, con el 49 %- tiene una cuota en torno al 29,5 % del mercado de cruceros español, que mueve alrededor de 550.000 pasajeros al año.
En 2019 contabilizó en 2019 un total de 406.000 pasajeros, 3.000 más que el año anterior, aumento que se debe en exclusiva al mercado latinoamericano porque el pasaje español cayó desde los 168.000 de 2018 a 162.000 en 2019.
Vogel ha dicho que en 2019 han tenido un aumento de ingresos del 5 % pero ha eludido precisar las grandes cifras de la cuenta de resultados.
El año ha arrancado con un volúmen de reservas superior al del inicio de 2019 aunque el mercado de cruceros representa sólo un 2 % del turismo mundial.
Ha criticado la guerra de precios en el sector: “no me gusta que los competidores se centren en el precio, porque cuando hablamos sólo de precio no convencemos a la gente. Los viajeros que repiten no lo hacen por el precio, sino por la experiencia y los valores”.
El consejero delegado ha destacado la fortaleza de la compañía en el mercado colombiano y el potencial de crecimiento en Argentina y Chile, donde son “cuidadosamente optimistas” pese a la inestabilidad de la economía de ambos países.
También ha dicho que están abiertos a dialogar sobre “cualquier opción que tenga sentido” con el Ayuntamiento de Barcelona y con el puerto de la ciudad para mejorar la planificación de las entradas de cruceros.
En su opinión, el problema no es cuántos cruceros entran en la ciudad sino el momento en que lo hacen y ha recordado que un pasajero de cruceros gasta en la ciudad de Barcelona entre 100 y 150 euros.