Un 80 % de la capacidad hotelera ya está copada en Río de Janeiro, la ciudad más emblemática de Brasil, a causa de Rock in Río, el mayor festival de música y entretenimiento del mundo, que abre sus puertas al público este viernes y que espera la visita de más de 400.00 turistas.
Para el primer segmento del festival, que tendrá lugar este fin de semana, está reservado el 78 % de las habitaciones, y para las cuatro jornadas de conciertos programados entre el 4 y el 6 de octubre, la ocupación confirmada sube al 84 %, según el sindicato de hoteles de Río de Janeiro.
Así las cosas, se espera que, además de 300.000 cariocas, unos 400.000 turistas visiten durante las próximas dos semanas Río de Janeiro, para ver a sus ídolos en la Ciudad del Rock en el festival que para la edición de este año incluye artistas como Foo Fighters, Bon Jovi, Red Hot Chili Peppers, Iron Maiden, P!Nk, Muse, Imagine Dragons y Drake.
Entre los extranjeros, el mayor número de reservas están en manos de estadounidenses, argentinos y franceses, y entre los brasileños, los procedentes de los estados de Sao Paulo, Minas Gerais y Bahía serán los que más llegarán a Río de Janeiro para disfrutar de la Ciudad del Rock.
Los hoteles ubicados en el icónico barrio de Ipanema fueron los más solicitados por los turistas, pero también estuvieron los del lujoso Leblón y los de otros barrios como Barra de Tijuca, Botafogo y Flamengo.
Los organizadores prevén que unas 700.000 personas (100.000 diarias) asistan al Rock in Río, un evento que generará unos 30.000 empleos y con el que se espera una renta calculada en 1.700 millones de reales (380 millones de euros).
Una buena noticia para la “cidade maravilhosa” que atraviesa por una aguda crisis fiscal desde 2016 y que tiene en Rock in Río, el segundo mayor evento de interés turístico después del carnaval, un halo de esperanza para revertir en algo la situación.
Las corruptelas atribuidas a los cuatro últimos gobernadores de Río de Janeiro, relacionadas con dineros ilícitos en campañas, sobornos destapados por la Operación Lava Jato e irregularidades en obras realizadas para el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, han desangrado al Estado más emblemático de Brasil.
Este tiene dificultades para pagar el sueldo de los funcionarios y mantener servicios básicos como la salud y la educación.