Rusia anunció que se plantea reanudar el turismo espacial en 2019 o 2020, diez años después de que el último neófito, el payaso canadiense Guy LaLiberté, visitara la Estación Espacial Internacional.
“Los vuelos comerciales están suspendidos. Sin embargo, se baraja la posibilidad de reanudarlos en 2019-2020”, señala un comunicado de la corporación Energuia, la fabricante de las naves Soyuz.
Energuia explica que la decisión de suspender en su momento el turismo espacial estuvo relacionada con que las naves rusas Soyuz eran el único eslabón entre la Tierra y la plataforma orbital, tras la retirada de los transbordadores estadounidenses.
A su vez, admite que en el mundo el precio de un billete al espacio puede disminuir debido al inicio de los vuelos de las naves espaciales privadas en Estados Unidos, país que tiene previsto poner en órbita en los próximos dos años los aparatos Starliner (Boeing) y Crew Dragon (SpaceX).
“En el mercado interno la corporación Energuia no tiene competencia en dicho ámbito”, matiza la nota.
El primer turista espacial, Dennis Tito, pagó 20 millones de dólares por volar en una Soyuz en 2001, mientras la cantante británica Sarah Brightman debía haber pagado 52 millones en 2015, pero finalmente cambió de planes y se quedó en tierra.
LaLiberté, que permaneció ocho días en el espacio previo pago de 35 millones de dólares, fue el último inquilino de la estación que no era un astronauta profesional.
Hace dos años se informó de que la agencia espacial rusa, Roscosmos, había aprobado la construcción de una nave específicamente para enviar a turistas al espacio exterior en vuelos suborbitales.
La nave en cuestión se elevará a una altura de 200 kilómetros, pero no llegará a girar alrededor de nuestro planeta, por lo que será un vuelo suborbital en el que los turistas podrán sentir durante varios minutos la ingravidez