Las sanciones contra Cuba anunciadas los últimos días semana por el Gobierno de Donald Trump están diseñadas para crear “ansiedad” e incertidumbre entre los viajeros y empresas estadounidenses interesados en la isla, en un momento de tensión en la relación bilateral, según expertos consultados por Efe.
Con la entrada en vigor, este jueves pasado, de las medidas que Trump perfiló en junio para cambiar la política hacia Cuba, las empresas estadounidenses afrontarán más trabas para hacer negocios en la isla, y los ciudadanos lo tendrán más complicado para diseñar un viaje a Cuba que no viole la prohibición de hacer turismo.
“Las nuevas regulaciones están diseñadas para crear ansiedad entre los viajeros y las empresas, y eso es exactamente lo que consiguen”, dijo a Efe John Kavulich, que preside el Consejo Comercial y Económico Estados Unidos-Cuba, una organización que reúne a empresas estadounidenses interesadas en comerciar con la isla.
Las medidas prohíben, excepto para los cruceros y aerolíneas estadounidenses, las transacciones de empresas de Estados Unidos con 180 entidades específicas que están controladas por los servicios militares, de inteligencia y de seguridad de Cuba.
También eliminan una opción favorita de los estadounidenses que deseaban conocer Cuba: viajar de forma independiente bajo una de las 12 categorías autorizadas por el Gobierno estadounidense, la de “visitas educativas”, que incluye tanto viajes con propósitos académicos como intercambios llamados “de pueblo a pueblo”.
Esa última posibilidad, bajo la cual los estadounidenses prometían dedicar su viaje a aprender sobre la cultura de los cubanos y enseñarles la suya, ya no existe en el modo individual. Aún es posible seleccionarla en grupos organizados, aunque contratarlos puede costar unos 5.000 dólares por persona.
Las nuevas regulaciones dejan abierta la posibilidad de viajar bajo la categoría de “apoyo al pueblo cubano”, creada para “fortalecer la sociedad civil en Cuba”, según el Tesoro.
Según Robert Muse, un abogado experto en la legislación estadounidense hacia Cuba, hay que tratar esa categoría con cuidado, porque fue creada para “reducir la influencia” del Gobierno cubano y “promover las actividades de los disidentes”.
Con él coincide William LeoGrande, un profesor de la American University y autor de un libro sobre el deshielo con Cuba.
“Esa categoría exige una agenda completa de actos que están, en efecto, diseñados para socavar la autoridad del Gobierno cubano. Eso ciertamente disuadirá a algunos viajeros, porque hacer eso podría suponerles problemas legales en Cuba”, donde los estadounidenses entran con visado de turista, explicó Leogrande a Efe.
No obstante, viajar bajo esa categoría implica únicamente señalar una casilla en un formulario en el avión, y no hay que presentar ningún itinerario al Tesoro antes de volar a Cuba.
Los viajeros sí están obligados a guardar todos los recibos de su visita a Cuba durante 5 años, por si acaso el Tesoro decidiera hacerles una auditoría que puede implicar multas por incumplimiento.
Bajo el Gobierno de Barack Obama, el Tesoro no solía hacer auditorías a quienes viajaban a Cuba, así que, según los expertos, el impacto real de las restricciones de Trump dependerá de si hay un escrutinio regular y se imponen multas a viajeros o empresas.
Según Kavulich, “no está claro” si el Tesoro tendrá la capacidad de centrarse minuciosamente en los viajeros a Cuba, dado que ya está “abrumado con la implementación de las sanciones a otros países”, y todo dependerá de “la presión” que ejerzan los legisladores de línea dura anticastrista, como el senador republicano Marco Rubio.
Pero LeoGrande recordó que, en su orden de junio, Trump exigió que el Tesoro haga “auditorías periódicas” de los viajes a Cuba, por lo que sí “es de esperar” un mayor escrutinio.
Aun así, muchos de quienes viajan a Cuba desde Estados Unidos lo hacen para visitar a su familia en la isla, bajo una categoría especial que Trump no ha tocado, igual que tampoco ha impedido el resto de viajes autorizados, como los periodísticos, científicos o de investigación.
Peter Hakim, el presidente emérito del centro de estudios Diálogo Interamericano, ve posible que “la dificultad de entender la regulación y documentar su cumplimiento empuje a algunos viajeros a llegar a Cuba de otras formas, como desde México y Canadá”, un método habitual usado en el pasado por algunos estadounidenses para ocultar que habían estado en la isla de turismo.
La posible reducción de los viajeros estadounidenses a Cuba será, según Kavulich, el principal efecto negativo de las medidas de Trump para las empresas de Estados Unidos, especialmente las aerolíneas y cruceros.
Por lo demás, “la relación comercial continuará”, según LeoGrande, dado que las empresas estadounidenses solo tendrán que fijarse en no negociar con las 180 compañías sancionadas.
EFE