Mohamed Siali- EFE
El mundo de negocio cada vez apuesta más por nuevos productos según los preceptos “halal”, que significa autorizado para los musulmanes, con el fin de captar una mayor clientela entre la población del mundo que profesa el islam.
Los participantes en “Mahal”, sexta edición de la feria de comercio halal, que ayer abrió en la ciudad sureña marroquí de Marrakech, destacaron las oportunidades que pueden dar a las empresas esos productos que respetan las disposiciones del islam.
El coordinador de ese evento, Mohamed Uadudi, explicó que la comunidad musulmana consume es el cuarto de la producción mundial de alimentos, y de ahí su enorme potencial.
Asimismo, agregó que los últimos estudios económicos han probado que el comercio halal mueve una cifra de 500.000 millones de dólares (medio billón) a nivel mundial.
Entre los puntos fuertes de los productos que respetan las disposiciones islámicas es que los clientes los compran por convicción religiosa y confianza en su calidad, lo que aporta una alta lealtad al producto.
Aunque fue bautizado “Mahal Expo”, el evento no es una feria al uso, y principalmente consiste en conferencias en las que los empresarios del comercio “halal” intercambian entre ellos las novedades del este sector y sus experiencias.
Esa economía islámica no se limita solamente a la alimentación, sino que ha llegado también a la cosmética, la farmacia, el turismo, los bancos, la moda e incluso los móviles inteligentes, pues por ejemplo existen aplicaciones que recuerdan las horas de los rezos.
En el ámbito del turismo, la empresaria británica de origen marroquí Karima Bihaki, que asistió a esa feria, explicó que creó una red internacional de alojamientos y guías turísticos que responden a las necesidades del turista musulmán.
Por ejemplo, se evita que haya alcohol o cerdo en esos establecimientos, y cuentan con guías que ayudan al turista a encontrar las mezquitas, las tiendas y los restaurantes que venden productos halal.
En Marruecos, para que se reconozca un producto como “halal” es necesario que tenga un certificado del Ministerio de Comercio, o de otras instancias privadas autorizadas por el Estado para cumplir esa función.
La proyección de la economía halal está empujando a empresas occidentales a crear productos de este tipo para captar tanto a las minorías musulmanes de sus países como a los de países mayoritariamente islámicos.
José Manuel Sirvent, presidente de Confectionary Holding Group, una empresa española que produce turrón, explicó que asistió a la feria de hoy para consultar sobre los requisitos necesarios para conseguir que sus productos tengan sello halal.
Ududi explicó que en la asociación de los exportadores marroquí hay un “club halal” y varias empresas marroquíes fundaron también la Asociación de los Exportadores de Productos halal en África, pero reconoció que todavía no hay una plataforma sólida de productores que trabajan en este sector en Marruecos.
Pero el sector todavía está balbuciante y no todo el mundo está de acuerdo en quién debería dar el “sello halal”.
“Es pura publicidad”, dice Hasán Rais. Este propietario de una empresa que importa vino desalcoholizado desde España, sostiene que los que tienen que dar los certificados para los productos alimentarios, deben ser los laboratorios y no los clérigos.
Una de las paradojas de la feria halal es que está siendo organizada en un hotel de alta gama, que no responde a los criterios del turismo islámico, y para llegar a la sala de las conferencias hay que pasar junto a una piscina donde los clientes beben alcohol y los trajes de baño no responden precisamente a lo que últimamente se vende como “bañador islámico”.