Comenzó como un lujo para la elite parisina, hace años el alcohol era la única manera de paliar su dolor y, aunque su asiento sea más temido que la silla eléctrica, el Ratoncito Pérez ha ayudado a animar el momento de visitar al dentista, esa figura cuya historia repasa una muestra en Londres.
“Teeth” (Dientes) es una exposición organizada por la Wellcome Collection, una galería especializada en explorar la salud y la vida humana.
En la muestra se trata la historia de los dientes a través de los dentistas y de cómo la salud dental ha ido evolucionando a los largo de los últimos años.
“La exposición traza una línea a través de la evolución de nuestra relación con nuestros dientes y se centra en las prácticas de los dentistas. Son 300 años de tratos profesionales de los dientes“, explicó hoy James Peto, comisario de la muestra.
Los más de 150 objetos que se dan cita en la Wellcome Collection, situada en el centro de Londres, tienen su comienzo en el siglo XVII, con la figura de Pierre Fouchard, que está considerado el primero en darse cuenta de que el dinero estaba en “arreglar los dientes de la elite parisina”.
“Él vio que el dinero no estaba únicamente en quitar los dientes, sino que se dio cuenta de que las ganancias estaban en arreglar los de la elite parisina, por lo que se mudó a París y comenzó la profesión de dentista”, añadió Peto.
Fouchard escribió “Le Chirugien-Dentiste”, considerado el primer ensayo científico sobre las piezas dentales y que se puede encontrar, junto a objetos creados por el escritor, en la exhibición.
Pese a que según avanzó el tiempo, las herramientas mejoraron y la odontología se convirtió en un negocio más asequible, desde sus inicios siempre fue un tratamiento dirigido a las clases altas.
“El acceso al dentista siempre ha sido muy dependiente de la riqueza y de las circunstancias de la persona que lo necesita y eso continúa hoy en día, lo que provoca una gran desigualdad”, añadió.
Para representar esta inequidad, se exhiben dos calaveras que pertenecieron a dos mujeres de la misma época, con la única diferencia de que una pertenecía a la clase alta y la otra vivió en la pobreza.
De este modo, la dentadura rica aparece en muchas mejores condiciones que la otra, en la cual hay varias piezas podridas.
A objetos como el cepillo de dientes de Napoleón, la dentadura de George Washington o carteles instando a los niños a que se laven los dientes, se unen técnicas más rudimentarias, como aquellas que las personas más pobres se veían obligadas a llevar a cabo cuando tenían un problema bucal.
Así, como alternativa a los dentistas, los herreros, alicates en mano, ofrecían una opción más barata y precaria a la hora de solventar una extracción dental.
Igual de elemental, pero bastante más ingeniosa, es la historia que la muestra cuenta sobre un preso británico que perdió los dientes en un campo de prisioneros de guerra durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras perder todas sus piezas dentales al ser golpeado por los guardias, se construyó una dentadura de aluminio con los restos de un avión japonés estrellado.
“Pudo ser algo dramático cuando sonreía, pero fue increíble que tuviera los materiales y, sobre todo, las habilidades para construirse eso”, señaló Emily Scott, también comisaria de la exposición.
Las primeras pastas de dientes de la historia, cartas de los niños al Ratoncito Pérez o a su homóloga inglesa, la hada de los dientes, y cepillos para limpiarlos con forma de tropas de asalto de Star Wars son algunos de los objetos que “Teeth” pone a disposición de todo aquel que quiera visitar la muestra.
Del 17 de mayo al 16 de septiembre de 2018 abrirá sus puertas al público y permitirá descubrir el porqué ese mal rato en la silla del dentista es necesario para una higiene y una salud que haría sentirse orgulloso incluso al Ratoncito Pérez.