El turismo de proximidad, que equivale al catalán y al francés, es la baza por la que apuesta la Asociación Turística de Apartamentos (ATA) de la Costa Brava y el Pirineo de Girona ante una posible incidencia esta temporada de la situación política.
El presidente de ATA, Lluís Parera, puntualiza en una entrevista con Efe que, en todo caso, la influencia se produciría en el visitante internacional de largo recorrido, ya que es muy escaso el cliente del resto de comunidades autónomas españolas.
Parera detalla que el turista de apartamento tiene muy en cuenta la distancia en coche y que, normalmente, se mueve en un radio máximo de doscientos kilómetros alrededor de Girona.
Así, Barcelona y el sur de Francia son los dos principales mercados de ATA, a los que se suma en verano el de larga estancia, que viaja en avión, tren o también automóvil.
Lluís Parera elogia que, a través del Patronato de Turismo de Girona, se haya optado por una campaña de promoción para reforzar el turismo de proximidad, especialmente el francés, para evitar la dependencia de ese visitante venido de más lejos al que le podrían afectar imágenes de televisión sobre la situación en Cataluña.
Ese es el único aspecto que podría afectar, según Parera, ya que el turista de proximidad “conoce muy bien toda la zona y lo que sucede realmente”.
“Esa gente ve que es un tema en el marco político”, señala el presidente de la ATA, quien contrapone esa reacción con la de un atentado terrorista como los que tuvieron lugar en Cataluña hace seis meses, “porque ese es un problema de calle”.
Respecto al turista de larga distancia, Lluís Parera señala que ha llegado en parte a consecuencia de conflictos en el arco mediterráneo, aunque el objetivo es mantenerlo.
En todo caso, la situación política catalana, en opinión de Parera, influiría “más en Barcelona que en la Costa Brava, porque allí es un turismo urbano de escapada y si un lugar le parece conflictivo por imágenes de televisión que ve no viene, es más infiel”.
“Allí también el público es más de acontecimientos, mientras que aquí es mucho más estable, es de repetición, de gente habitual”, señala el responsable de esta asociación, que cuenta con unos 11.000 apartamentos.
Con todos esos datos, la temporada pinta “bien” y todo apunta a que se repetirán las cifras de los últimos años sin descartar un crecimiento de un 2 o un 3 por ciento si se incrementan ligeramente los precios y la ocupación.
De todos modos, Lluís Parera precisa que “un pequeño retroceso también sería normal, porque se está en máximos y no se puede batir el récord cada año”.
La denominada turismofobia, el rechazo de los ciudadanos a los turistas, es para Parera un fenómeno centrado en Barcelona, mientras que “en Girona no existe el concepto”.
“Los problemas de Barcelona salpican los medios de comunicación como si fuesen genéricos, pero no lo son, en la Costa Brava no pasa, porque aquí hace cincuenta años que hay turismo y la gente está acostumbrada al pico de demanda en verano”, indica.
Lluís Parera pone a Lloret de Mar como ejemplo de relación entre gremios y asociaciones empresariales y reitera que la convivencia entre turistas y residentes es “muy buena”.