El ayuntamiento de la ciudad italiana de Venecia aprobó la introducción de un nuevo impuesto que deberán pagar quienes visiten su centro histórico, una “tasa de entrada” con la que se pretende controlar el turismo masivo.
Votaron a favor 22 de los 33 representantes locales presentes, gracias a la mayoría de la derecha, y también se ha adoptado una directiva para hacer inmediata la aplicación de esta norma, según un comunicado del consistorio veneciano.
En Venecia, como en otras urbes turísticas de Italia, el visitante debía abonar una tasa por cada noche que pernoctaba en la ciudad, pero ahora pagará este impuesto alternativo el que solo visite Venecia para pasar el día, conocido como el turista “muerde y huye”.
El objetivo es sacar provecho económico del gran flujo turístico de la ciudad, a veces insoportable y que contribuye a su acuciante despoblación y sus altos precios, y emplear los fondos recabados para el mantenimiento de su rico patrimonio.
Se prevé que la tasa empiece a pagarse a partir del próximo mayo en esta ciudad del norte de Italia y durante este año costará tres euros, mientras que desde 2020 aumentará a seis euros. El precio podrá llegar hasta los diez euros cuando se registre “un excepcional y crítico flujo turístico”.
El impuesto, avalado en los Presupuestos Generales del Gobierno italiano para 2019, estará incluido en el billete de los medios de transporte con los que se llegue a la ciudad de los canales.
Están exentos de su pago los niños menores de seis años, los discapacitados, los deportistas federados, los aficionados de deportes que lleguen con medios públicos o las autoridades institucionales, entre otros.
Por el contrario se descartó introducir entre las exenciones a los invitados a ceremonias religiosas o civiles como las bodas, los bautismos y los funerales.