Si pensamos en Suiza a casi todos nos vendrá a la mente un paisaje verde idílico. Este pequeño país montañoso de Europa Central es además famoso por su industria bancaria, sus relojes y como no…el chocolate.
Hoy visitamos una de las ciudades principales del país, Zurich, famosa por su alta calidad de vida y por ser el centro financiero de Suiza, el cuarto país más rico del mundo. Lo primero que debes saber cuando visites este país es que debes ir con el bolsillo lleno. Los precios son desorbitados así que conviene ir prevenidos.
Al estar situada a los pies de un lago y contar con vistas a Los Alpes esta ciudad es de las más bellas de Europa.
Si quieres impregnarte bien de la riqueza suiza te conviene comenzar por la Milla de Oro de la ciudad, la calle Bahnhofstrasse, en la que encontrarás numerosas entidades bancarias, restaurantes de alto standing y tiendas de prestigiosas firmas. Se trata de una calle que es mayoritariamente peatonal por lo que pasear por ella es obligado.
Cerca de esta popular avenida se encuentran los barrios con más encanto. Bellas Iglesias y callejones medievales predominan en esta zona de la que podemos destacar varios barrios:
Lindenhof:
Está situado sobre una colina con el mismo nombre ofreciendo unas espectaculares vistas. Entre sus callejuelas encontramos múltiples tiendas de artesanía y restos de una fortaleza romana. Como curiosidad destacar que cuenta con un tablero de ajedrez humano gigante. Las vistas a los techos del casco antiguo.
Altsadt:
Forma parte también del Casco Antiguo y es especialmente bello ya que nunca ha sido destruido por ningún conflicto bélico. Pintorescas callejuelas reciben al turista que es testigo además de una curiosa tradición: las puertas principales de las casas están decoradas con azulejos en las que pueden leerse diferentes nombres. ¿La razón? En tiempos de Napoleón éste decidió colocarlas para ayudar a que al final de la noche los soldados que se habían pasado con las copas supieran encontrar su casa.
En este barrio te recomendamos visitar las iglesias Fraumünster, la Peterskirche, o la Grossmünster. No te arrepentirás.
En el centro se encuentran también Las Torres de CarloMagno que se caracterizan por ser gemelas y desde las que se obtiene una bella vista de la ciudad.
Otro de los grandes protagonistas de Zurich es su río, Limmat cuyo embarcadero está junto al Museo Nacional. Además está rodeado de inmensas zonas verdes y si el clima lo permite darnos un baño en las zonas habilitadas.
Los más alternativos disfrutarán de la zona conocida como Viadukt. En sus orígenes era una zona industrial muy modesta y sin encanto. Pero el antiguamente conocido como Zurich West ha sabido reconvertirse en un barrio moderno con expresiones culturales y artísticas de vanguardia.
También es muy llamativa la arquitectura del lugar. Las antiguas fábricas han sumado elementos arquitectónicos actuales dando lugar a locales muy interesantes.
Especialmente curiosa es la torre Freitag, el edificio más grande del mundo hecho a base de contenedores reciclados.
Estómagos felices
La gastronomía suiza es calórica pero es muy difícil resistirse a ella. Comenzamos con el plato más característico, la raclette que no es más que queso fundido en un electrodoméstico homónimo en el que se mojan embutidos, patatas o verduras previamente cocinadas. El queso raclette es semicurado y viene en ruedas de más de 6 kilogramos de peso.
También queso gruyere lleva el siguiente plato llamado Alplemagronen que está formado por una combinación de macarrones pequeños, nata, cebolla y compota de manzana.
Otro de los imprescindibles es el Rosti, una especie de tortilla elaborada a base de patatas cocidas y cebolla que se cortan en rodajas y se fríen con mantequilla. Se les da una forma redonda y se sirve muy crujiente. Es un básico en el desayuno y una guarnición muy utilizada.
Y no podemos olvidarnos del producto estrella: el chocolate suizo. Un número insospechado de recetas le tienen como protagonista mientras que marcas como Lindt, Toblerone o Cailler exportan su sabor al mundo entero.